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viernes, 29 de mayo de 2015

HOWARD FAST, UN ESCRITOR DE OFICIO

HOWARD FAST
Nueva York, 11 de Noviembre de 1914 /
 Greenwich (Connecticut), 12 de Marzo de 2003
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Howard Fast nacido en Nueva York en el Lower East Side, un barrio de emigrantes judíos pobres, -barrio que reproduciría con auténtico realismo en su novela «Infancia en Nueva York»-, demostró ser un lector voraz a temprana edad y asiduo a las salas de la biblioteca pública del  estado. Editó su primer cuento a la edad de 17 años. Su madre fue una inmigrante judía británica y su padre -Barney Fastovsky, que con el paso de los años degeneró en Fast-, a su vez, inmigrante judío ucraniano. Al morir su madre en 1923 y con su padre en paro, el hermano más joven de Howard, Julius, pasó a vivir con los parientes, mientras que Howard y su hermano mayor Jerome trabajaron vendiendo periódicos.

En la década de los años 40 publicó «Los soberbios y los libres» y «Lugar de sacrificio», que junto con su relato sobre Washington, «El hombre invencible», conforman una extraordinaria trilogía sobre la guerra de la independencia estadounidense. Fast alcanzó gran renombre con «Camino de libertad», una novela sobre la rebelión de la raza negra después de la Guerra de Secesión.

Durante la Segunda Guerra Mundial su condición de antifascista lo mantuvo alejado de los frentes de guerra y le permitió ejercer de periodista en la Oficina de Información de Guerra de Estados Unidos, escribiendo para la Voz de América. Se unió al Partido Comunista de los Estados Unidos en 1944 y fue objeto de la represión política de postguerra. Llamado por el Comité de Actividades Anti-Americanas, rechazó divulgar los nombres de los contribuyentes al Joint Antifascist Refugee Comittee (Comité de Ayuda a los Refugiados Antifascistas) y lo encarcelaron por tres meses en 1950 por desacato al Congreso. Cuando se enfrentó a McCarthy en una de las audiencias del Senado, durante la época de la «caza de brujas», logró exasperarlo de tal manera al explicarle minuciosamente la historia estadounidense, que McCarthy le interrumpió gritándole: ¡Vaya y escriba un libro! ¡Vaya si lo hizo! Mientras permaneció en la cárcel comenzó a escribir su novela más famosa, «Espartaco», en la que retrata la sublevación de los esclavos romanos encabezada por éste, ya legendario, gladiador. Fast se lo envió a su editor en Little, Brown and Company, al que le encandiló la novela, pero J. Edgar Hoover le envió una carta conminándole a que no lo publicara. Tras esto el libro pasó por las manos de otros siete conocidos editores con idéntico resultado. Finalmente Fast lo editó de su propio bolsillo, con el apoyo de liberales y el escaso sueldo de su mujer, y lo vendió directamente a los lectores. Para admiración de todos se vendieron más de cuarenta mil ejemplares de la obra, que pasaron a ser varios millones tras el final del Macartismo.

Ubicado en la “lista negra” por sus actividades comunistas y sus antecedentes penales, Fast se vio incapacitado para publicar bajo su propio nombre, por lo que utilizó varios seudónimos, incluyendo E. V. Cunningham, con el que publicó una serie de novelas policíacas con títulos de nombres femeninos: Phillys, Penélope, Sylvia, Sally...

Fast es autor de «El ciudadano Tom Paine», «Max», la mejor novela sobre los magnates de Hollywood, «Torquemada», «El caso Winston», «La pasión de Sacco y Vanzetti»... En el año 1956 después de los acontecimientos de Hungría, rompió con el comunismo oficial y escribió un libro escalofriante, «El dios desnudo». En los años 80 volvió a la carga pertrechado de sus enormes virtudes como narrador, con dos novelas espléndidas: «The Pledge», que recuperaba una historia recogida en Bengala durante la Segunda Guerra Mundial sobre la hambruna provocada por los ingleses y reincidió con «La confesión de Joe Callen», un libro que provocó que hasta el liberal New York Times lo tildara de ultra. Una historia sobre los manejos sucios y las guerras secretas de la CIA en Centroamérica.

Para un lector despojado de prejuicios y hambriento de talento, es siempre un placer leer a Fast. Howard Melvin Fast fue un escritor de vocación, hecho a sí mismo, de los que sabían construir argumentos compensados y armoniosos y establecer moldes paradigmáticos, muy difícil de encajar en cualquier generación literaria. La narrativa histórica de Fast conjuga siempre una cuidada y elegante prosa con un profundo –aunque a veces perspicaz- lustre de ideología política y social. 
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