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lunes, 2 de noviembre de 2015

EL CÁRTEL. (Don Winslow)

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EL CÁRTEL (The Cartel)
Don Winslow
TRADUCCIÓN: Efrén del Valle
RBA LIBROS, S. A. , 2015
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En la página de inicio de EL CÁRTEL Don Winslow conjuga el llanto de un bebé con el sonido de las aspas de un helicóptero, en una redada llevada a cabo antes del amanecer. Es una remembranza de su anterior novela, EL PODER DEL PERRO, en la que también utilizó a un bebé en su comienzo. Ambos relatos constituyen un díptico sobre el mundo de la droga, un intento de lograr lo que Mario Puzo formuló con «El Padrino»  en el terreno de la mafia. Con la gran ambición que ello implica.
EL CÁRTEL es un retablo grande, extenso y en última instancia impresionante del «DELITO» -con mayúsculas- más crudo que el ojo humano ha llegado a contemplar. Juntos, los dos libros, retratan en unas 1200 páginas 40 años de la vida de un país en una visión multifacética de lo que, según Don Winslow, fue la guerra más larga de los Estados Unidos, «la Guerra contra la Droga». EL PODER DEL PERRO cubre los primeros 30 años, durante los cuales la contienda se libró a una escala mucho más íntima que lo que fue el período de 2004 a 2014, período que cubre EL CÁRTEL.
EL CÁRTEL narra la historia singular de Art Keller, el hombre que acabó con Adán Barrera -«Con todos los Barrera. ¿No es así Art?»-, y la del propio Adán Barrera «El Señor de los Cielos», el patrón de la droga más importante del mundo, la persona que aunó a los cárteles mexicanos bajo su liderazgo, que dio órdenes a miles de hombres y mujeres, que influyó en gobiernos y economías. En su día, ambos -Keller y Barrera; Barrera y Keller- fueron amigos. Eso ocurrió cuando bordeaban la veintena. Adán ni siquiera se planteaba por entonces unirse a su tío en la pista del narcotráfico que afloraba en los campos de amapolas de las montañas sinaloenses. Fue en esos momentos cuando Keller hizo acto de presencia, arrogante, enérgico y ambicioso, un verdadero creyente de «la Guerra contra la Droga» y todo cambió de repente. Con el paso de los días uno llegó a convertirse en capo de Sonora y otro en agente de la DEA. Y, a la par, se declararon enemigos jurados.
Cuando EL CÁRTEL comienza a desgranar sus primeras frases, Barrera aún mantiene su corte y dirige su imperio con una crianza que recuerda el más puro estilo Corleone. Lo hace desde el interior del Centro Correccional Metropolitano de San Diego, donde permanece recluido de por vida por múltiples condenas. Lo que Keller hizo para engañarlo en suelo estadounidense y lograr así su detención es motivo más que suficiente para mantener una enemistad eterna entre ellos. Pero Barrera no tiene intención de permanecer encarcelado mucho tiempo. Y así, durante la celebración de la fiesta de Navidad de Diciembre de 2004, aprovecha la ocasión para poner pies en polvorosa. 
EL CÁRTEL, la novela, se desarrolla entre 2004 y 2012, sobre todo en México. El punto de vista de la trama gira en torno a una media docena de personajes, todos ellos narcotraficantes, a los que hay que añadir al agente de la DEA Art Keller. Cada uno  persigue sus propios intereses a través de una red bizantina de lealtades, cruces dobles, tortuosas estratagemas, venganzas y cambios de régimen. Los cárteles, que eran meras bandas de traficantes en EL PODER DEL PERRO, se han convertido con el paso de los años en «pequeños estados». Ahora tienen «ejércitos» y sus patronos son políticos que envían a sus hombres a la guerra. Algunos de esos hombres son servidores públicos, pero el injerto ha prendido de forma tan exhaustiva en el Estado que por momentos «la Guerra contra la Droga» toma la forma surrealista de la lucha de la policía local contra sus homólogos federales, cada una de ellas en la nómina de un cártel diferente. 
Gran parte de EL CÁRTEL, la historia novelada, se ajusta estrechamente a los hechos recogidos en la historia real del cártel mexicano. Hay momentos en que Winslow cambia apenas algunos nombres propios. El mismo Barrera está modelado claramente en la figura de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera -«El Chapo Guzmán»-, ex jefe del cártel de Sinaloa, considerado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos como el más poderoso traficante de drogas del mundo. Al igual que Barrera, Guzmán escapó de una prisión de alta seguridad; tuvo una amante que se convirtió en jornalera del cártel hasta que fue asesinada por los Zetas; estuvo involucrado en un tiroteo en el que murió un arzobispo católico; y sobornó a funcionarios públicos para derrotar a cárteles rivales  y así escapar de su cautiverio. Pero allí donde Guzmán fue un auténtico cateto -apenas sabía leer y escribir a pesar de su genio criminal-, Barrera es una persona cultivada y de buen gusto. Desdeña las exhibiciones llamativas, como las armas de fuego con diamantes incrustados. A la hora de redecorar el rancho de su familia opta por la línea clásica de la antigua Sinaloa, al tiempo que se asegura que la casa revele el nivel adecuado de ostentación y poder. Mientras Guzmán padeció una vida amorosa tan compleja como para alimentar varias telenovelas -sus amantes, esposas, exesposas y compañeras se sucedieron en cascada- Barrera es monógamo, hasta que se muestra de acuerdo con un matrimonio político con la hija adolescente de otro narco. Por encima de cualquier violencia, Barrera es ante todo pragmático. Sin embargo el verdadero villano de EL CÁRTEL hay que buscarlo en la figura de Heriberto Ochoa, el primer Zeta y su líder indiscutible, imagen novelada de Heriberto Lazcano Lazcano, un demonio sanguinario, responsable de cientos de asesinatos y gatillero en decenas de homicidios de traficantes rivales, policías y periodistas.

Mucho se ha hablado de EL CÁRTEL, de cómo la fijación despiadada de Keller por Barrera le convierte en una reproducción exacta de la misma cosa que odia. Sin embargo, aun siendo cierta esta afirmación, no es más que un pensamiento. En realidad Keller no es un santo y Barrera no se queda atrás. No obstante el verdadero valor creativo de Winslow hay que buscarlo en los personajes secundarios. Magda, la astuta reina de la belleza, quien construye su propio imperio de la droga; Chuy, el niño-soldado; Pablo Mora, el periodista de Juárez o Eddie Ruiz, la ex estrella de fútbol, cuya vida plácida de traficante de poca monta se ve fuertemente alterada por el vórtice nihilista del choque entre el Cártel del Golfo y los Zetas.

EL CÁRTEL es una historia donde reina por encima de todo la violencia, la tortura y la muerte. En sus páginas miles de personas son sacrificadas por venganza, por una identidad equivocada o por el simple deleite que proporciona la lujuria de apagar una vida. Y a pesar de todo ello no es un desvarío encontrar en sus páginas una gran cantidad de heroísmo, y hasta de humor. En julio pasado, poco después de la publicación de esta novela en Estados Unidos, la fuga de «El Chapo Guzmán» de la hasta entonces inexpugnable cárcel de máxima seguridad de El Altiplano por un túnel de más de 1500 metros puso de actualidad una realidad que las sociedades occidentales tratan de ocultar y olvidar: el narco se alimenta de un mercado gigantesco y lucrativo que coexiste detrás de él.

Si en 2009 EL PODER DEL PERRO fue una revolución para la novela de intriga, ésta, su continuación, nos ofrece una historia contundente y apasionante. Una gran novela.
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