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sábado, 26 de marzo de 2016

LA CHICA DE CASSIDY. (David Goodis)

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LA CHICA DE CASSIDY. (Cassidy´s Girl)
David Goodis
TRADUCCIÓN: Celia Filipetto
EDICIONES VERSAL
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Cuando abrimos una novela de David Goodis, podemos estar seguros de dos cosas: que la acción se va a desarrollar  en Filadelfia y que aquella va a estar poblada de personajes cuyas vidas no tienen ningún significado, ni siquiera para sí mismos. Y eso es exactamente lo que se obtiene cuando uno se sumerge en la lectura de «La chica de Cassidy», un trabajo realizado en 1951 por el maestro de la narración de los seres humanos condenados. Y digo condenados porque incluso en este libro, que tiene un final feliz, los personajes son almas perdidas, lanzadas por la borda, arrinconadas en las sucias calles de la línea costera del rio Delaware, allá en Filadelfia.

Jim Cassidy es un perdedor y un borracho. Sus amigos, a los que dedica la mayor parte de su tiempo, son perdedores y borrachos. Su esposa, Mildred, a quien odia -la sensación es mutua- es asimismo una perdedora. Como no podía ser menos también es adicta a la bebida. Cassidy pasa sus noches rodeado de perdedores en un bar local –el Lundys´s Place- después de realizar su trabajo como conductor de autobús. Sin embargo, no siempre fue así. No siempre su vida fue un billete de ida a la nada junto a los borrachos locales. No mucho tiempo atrás Cassidy lo tenía todo. Fue un atleta destacado en la Secundaria y en la Universidad de Oregon, y se convirtió en aviador durante la Segunda Guerra Mundial. Acabada ésta realizó una gran carrera como piloto de una línea aérea comercial. Pero luego, el mundo de Cassidy se vino abajo y ardió bajo un montón de llamas cuando un avión que pilotaba tuvo un accidente que dejó una gran cantidad de personas muertas. El copiloto sugirió que Cassidy volaba borracho y éste reivindicó lo contrario. Pero el daño ya estaba hecho, y su vida quedó arruinada.

La trama de «La chica de Cassidy» se inicia tras un agotador día de trabajo, cuando Cassidy regresa a casa en espera de encontrar  una esposa cariñosa que le tenga preparada la comida. Por desgracia para él se casó con Mildred, una mujer indolente que le presenta un hogar en ruinas después de un festival de bebida con sus amigos, y que ni siquiera ha tenido la decencia de limpiar el alcohol derramado. Cassidy decide que ya ha tenido suficiente, y se dispone a dejar atrás a Mildred y la vida que lleva a su lado. Así pues, vuelca todas sus esperanzas en una nueva cara, una inocente alcohólica llamada Doris. Doris es una chica de veintitantos años que, tras perder a su familia en un incendio doméstico, bebe hasta morir. De tez cetrina y ojos vacíos, Doris hace el amor con la botella todos los días y todas las noches. Cassidy se enamora, más por interés genuino que por lujuria, y finalmente se va a vivir con ella. Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Tal vez sea Doris la «chica de Cassidy»? ¿No sería agradable? Ellos podrían comenzar una nueva vida  juntos, sin Mildred y sin la odiosa bebida.

Cassidy intenta conseguir que Doris deje de beber, a pesar de  que las recaídas de ésta son continuas. Es una fantasía salvaje. Él incluso prevé una vida adecuada junto a ella, frecuentando restaurantes de calidad y bebiendo una copita de jerez después de la cena. “Un jerez seco de vez en cuando. Una copita de moscatel. Y él haría otro tanto. No habría necesidad de beber del otro modo”, se dice a sí mismo. Mildred, sin embargo, tiene ideas diferentes, y los problemas de Cassidy comienzan a multiplicarse. Aquí reside la razón por la que Goodis fue un gran escritor. Él toma unos personajes situados muy abajo en la escala social y se preocupa por ellos. Aun cuando se sabe que no tienen absolutamente ninguna salida, todavía importan. «La chica de Cassidy» se lee como un mensaje de esperanza que Goodis lanza a todas estas  personas, y a todos aquellos perdedores que nunca aparecieron en sus novelas. «Pero él, Cassidy, no los había perdido. Todavía conservaba esas cosas enterradas muy hondas dentro de sí, y sabía que allí estaban. En su mente, en su corazón, se decía que no había perdido ni el valor, ni la chispa, ni el vigor, que nunca los perdería. Eran la maravillosa sustancia, el fuego, las ganas y mientras tuviera todo eso, mientras no se consumieran, había esperanza, habría una oportunidad.»

Bajo esta perspectiva, «La chica de Cassidy» es atractiva, tensa y violenta. Cualquiera que sea la agitación que haya rodeado a Goodis en su vida privada se canaliza, si no se recrea, en estas páginas. Por momentos la trama se ejecuta a un ritmo vertiginoso y, como un nudo proverbial, aprieta alrededor del cuello de Cassidy. A veces, la escritura es tan rápida que llega a considerarse  como un resumen de la trama, pero hay momentos en los que Goodis se ralentiza y se toma su tiempo. Una secuencia que ejemplifica todo esto es aquella en la que Cassidy imagina lo que será su nueva vida. Tal vez por eso se permite tanto tiempo para disfrutar de su fantasía junto a Doris.

«La chica de Cassidy» vendió más de un millón de copias en sus momentos de máximo apogeo, allá por 1951. El trabajo de Goodis es cambiante, cavilado, y atmosférico, no en vano Goodis posee un absoluto dominio de la atmósfera. No siempre es de noche en una novela de David Goodis, pero siempre el sentimiento del lector es como si lo fuera. Su biógrafo Phillipe Garnier llega a decir de él: “Se me hace muy difícil imaginar la primavera en Filadelfia."

La prosa de Goodis es, en su mayor parte, simple y sencilla, pero marcada por imágenes evocadoras y una forma de hablar que, por muy intrigante que sea, no resulta molesta. El universo de Goodis está poblado de juerguistas y perdedores, de personajes que han abandonado la esperanza hace mucho tiempo. La sociedad no les ofrece nada. En el gran esquema de la existencia, sus realidades no tienen razón de ser, son extras en pequeños trabajos, su presencia solo tiene sentido en barrios degradados y en bares de mala calidad. Y luego está el alcohol. A veces el sexo. Se olvidan de que son protagonistas y se aferran a la vida. A lo poco que ésta les concede. Fracasados, prostitutas, asesinos, borrachos, en los que florece una humanidad primitiva, curiosamente en movimiento. Esto es lo que hace que Goodis sea “el poeta de las causas perdidas”, tal como lo calificó Geoffrey O'Brien. 
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martes, 22 de marzo de 2016

EL ANOCHECER. (David Goodis)

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EL ANOCHECER. (Nighfall)
David Goodis
TRADUCCIÓN: Jorge Luis Mustieles
EDICIONES VERSAL
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“Era una de esas noches cálidas y pegajosas que hacen que a Manhattan se le note la edad.” Así comienza esta novela de David Loeb Goodis...

James Vanning se esconde en Greenwich Village. Él no sabe que Fraser lo vigila. Tampoco sabe que dos hombres que robaron un banco en Seattle están en Nueva York; lo que si sabe es que esos dos hombres van tras él, que ellos creen que él es el poseedor de los 300.000 dólares que fueron robados del banco. Fraser piensa que Vanning podría ser el tercer ladrón. La evidencia sugiere que Vanning, utilizando el nombre de Dilks, se reunió con un hombre llamado Harrison, lo mató y huyó con el dinero en efectivo que Harrison tenía que lavar. Sin embargo a Fraser no le cabe en la cabeza que Vanning pudiera participar en un atraco a un banco, y mucho menos en un asesinato. Vanning es un artista comercial, un ex oficial de la marina sin antecedentes penales. Fraser no quiere detenerlo hasta tener la completa seguridad de poder recuperar el dinero, pero sus dudas sobre la culpabilidad de aquél lo atormentan, porque la evidencia es probablemente suficiente para enviar Vanning a la silla eléctrica. Cuando los dos ladrones logran dar con su paradero éste afirma no saber dónde está el dinero. ¿Dice Vanning la verdad? 

Es ésta una trama digna de una película de Hitchcock. Vanning es ésa figura tradicional que se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado. Un auténtico perdedor; un imán que atrae hacia sí todas las desgracias que se cruzan en su camino. «Él era la estrella, la principal atracción; el chivo expiatorio, el ignorante que se merecía todos los golpes de mala suerte que estaba recibiendo.» Es éste un personaje que se debate entre su deseo de ir a la policía y su certeza de que la policía siempre va a seguir el camino fácil. La evidencia apunta a su culpabilidad, y éste sabe que no hay nada que pueda decir a la policía para convencerlos de lo contrario –sobre todo si tenemos en cuenta su incapacidad para entregar los 300.000 dólares que una vez tuvo en su posesión-. Es la falta de ése dinero lo que hace que «El anochecer» sea diferente de las novelas de suspense que siguen la fórmula de “hombre inocente que intenta demostrar su inocencia”. 

Ésta no es ni de lejos la novela de mayor suspense de David Goodis, pero la trama es intrigante. «El anochecer» es el tipo de novela de delincuentes que los autores modernos, obsesionado con las artes marciales y las persecuciones en coche, parecen incapaces de concebir. Aquí las emociones derivan de la tensión en lugar de la acción. Su atención se centra en la psicología en lugar del manejo de las armas. Los momentos violentos de la historia son explosivos pero quedan relegados, por lo general, a uno o dos párrafos. 

Goodis confiere el don del realismo a sus personajes. En respuesta al estrés derivado de una situación insostenible, Vanning se comporta tontamente y no puede entender por qué. Él se siente arrastrado hacia abajo en “el torbellino de la derrota”. Está decepcionado consigo mismo. (“No puedo concebir un pensamiento práctico en mi cabeza”, llega a decir). Frasier, a su vez, es un ser atrabajado, que sufre la inseguridad paralizante que le genera el hecho de que Vanning pueda ser capturado por los ladrones. En cuanto al personaje femenino, el interés amoroso de Vanning, recae en la figura de Martha Gardner. «Había un rosa intenso sobre un fondo de rico bronce. Había un dorado resplandeciente. Había un azul, un azul bueno y definido, no brillante, decididamente no acuoso, pero profundamente azul. Y otra vez el bronce. Un bronce sano. Y todos se sumaban y el resultado era Martha.» En Martha hay algo de misterioso, y lo más misterioso es el hecho de que ella nada tiene de misteriosa o difícil de comprender.

«Noir» es oscuro, por definición, pero Goodis llena sus novelas con un intenso contraste de colores. Los interiores de los apartamentos disponen de cuadros con puestas de sol de color naranja sobre gris-verde que cuelgan en las paredes azul cielo. «Quienquiera que se encargara del cuidado de aquel lugar, realmente creía en su trabajo. Vanning ascendió por una escalera alfombrada de verde oscuro. Las paredes eran blancas, auténticamente blancas, y se fundían con el silencio que fluía apacible en cada estólido y bien arreglado rellano.» Goodis cuenta la historia en primera persona, pero Vanning de vez en cuando habla de sí mismo en tercera persona, un síntoma de su estado de deterioro mental. El diálogo es ágil. La resolución es satisfactoria, aunque tal vez demasiado brillante para un verdadero cuento noir. Aunque David Goodis escribió libros mejores que éste, la prosa sólida, la trama angustiosa y las caracterizaciones creíbles hacen de  «El anochecer» una lectura agradable en grado sumo.
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viernes, 18 de marzo de 2016

NOMINACIONES A LOS «EDGAR ALLAN POE AWARDS» 2016.

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El 19 de enero de 2016, en  Nueva York, «THE MYSTERY WRITERS OF AMERICA» anunció –con motivo de la celebración del 207 aniversario del nacimiento de Edgar Allan Poe- los nominados a los «EDGAR ALLAN POE AWARDS» de 2016, que honran las mejores publicaciones de ficción de misterio, no ficción y televisión, publicados o producidos en 2015. Los ganadores de los «LOS PREMIOS EDGAR®» serán presentados el 28 de Abril de 2016 en el Grand Hyatt Hotel, de Nueva York.
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BEST NOVEL
  • THE STRANGLER VINE.  M.J. Carter (Penguin Random House – G.P. Putnam’s Sons)
  • THE LADY FROM ZAGREB. Philip Kerr (Penguin Random House – G.P. Putnam’s Sons)
  • LIFE OR DEATH. Michael Robotham (Hachette Book Group – Mulholland Books)
  • LET ME DIE IN HIS FOOTSTEPS. Lori Roy (Penguin Random House - Dutton)
  • CANARY. Duane Swierczynski (Hachette Book Group – Mulholland Books)
  • NIGHT LIFE. David C. Taylor (Forge Books)


BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR
  • PAST CRIMES. Glen Erik Hamilton (HarperCollins Publishers – William Morrow)
  • WHERE ALL LIGHT TENDS TO GO. David Joy (Penguin Random House – G.P. Putnam’s Sons)
  • LUCKIEST GIRL ALIVE. Jessica Knoll (Simon & Schuster)
  • THE SYMPATHIZER. Viet Thanh Nguyen (Grove Atlantic – Grove Press)
  • UNBECOMING. Rebecca Scherm (Penguin Random House - Viking)


BEST PAPERBACK ORIGINAL
  • THE LONG AND FARAWAY GONE. Lou Berney (HarperCollins Publishers – William Morrow)
  • THE NECESSARY DEATH OF LEWIS WINTER. Malcolm Mackay (Hachette Book Group – Mulholland Books What She Knew by Gilly Macmillan (HarperCollins Publishers – William Morrow)
  • WOMAN WITH A BLUE PENCIL. Gordon McAlpine (Prometheus Books – Seventh Street Books)
  • GUN STREET GIRL. Adrian McKinty (Prometheus Books – Seventh Street Books)
  • THE DAUGHTER. Jane Shemilt (HarperCollins Publishers – William Morrow)


BEST FACT CRIME
  • OPERATION NEMESIS: THE ASSASSINATION PLOT THAT AVENGED THE AMERICAN GENOCIDE. Eric Bogosian (Hachette Book Group – Little, Brown and Company)
  • WHERE THE BODIES WERE BURIED: WHITEY BULGER AND THE WORLD THAT MADE HIM. T.J. English (HarperCollins Publishers – William Morrow)
  • WHIPPING BOY: THE FORTY-YEAR SEARCH FOR MY TWELVE-YEAR-OLD BULLY. Allen Kurzweil (HarperCollins Publishers - Harper)
  • FORENSICS: WHAT BUGS, BURNS, PRINTS, DNA AND MORE TELL US ABOUT CRIME. Val McDermid (Grove Atlantic – Grove Press)
  • AMERICAN PAIN: HOW A YOUNG FELON AND HIS RING OF DOCTORS UNLEASHED AMERICA'S DEADLIEST DRUG EPIDEMIC. John Temple (Rowman & Littlefield – Lyons Press)


BEST CRITICAL/BIOGRAPHICAL
  • THE GOLDEN AGE OF MURDER. MARTIN EDWARDS (HarperCollins Publishers - HarperCollins)
  • THE OUTSIDER: MY LIFE IN INTRIGUE. Frederick Forsyth (Penguin Random House – G.P. Putnam’s Sons)
  • MEANWHILE THERE ARE LETTERS: THE CORRESPONDENCE OF EUDORA WELTY AND ROSS MACDONALD. Suzanne Marrs and Tom Nolan (Arcade Publishing)
  • GOLDENEYE: WHERE BOND WAS BORN: IAN FLEMING'S JAMAICA. Matthew Parker (Pegasus Books)
  • THE LOST DETECTIVE: BECOMING DASHIELL HAMMETT. Nathan Ward (Bloomsbury Publishing – Bloomsbury USA)


BEST SHORT STORY
  • "THE LITTLE MEN" – MYSTERIOUS BOOKSHOP. Megan Abbott. (Mysterious Bookshop)
  • "ON BORROWED TIME" – ELLERY QUEEN MYSTERY MAGAZINE. Mat Coward (Dell Magazines)
  • "THE SATURDAY NIGHT BEFORE EASTER SUNDAY” – PROVIDENCE NOIR. Peter Farrelly. (Akashic Books)
  • "FAMILY TREASURES" – LET ME TELL YOU BY SHIRLEY JACKSON (RANDOM HOUSE) "OBITS" – BAZAAR OF BAD DREAMS. Stephen King. (Simon & Schuster - Scribner)
  • “EVERY SEVEN YEARS” – MYSTERIOUS BOOKSHOP. Denise Mina. (Mysterious Bookshop)


BEST JUVENILE
  • CATCH YOU LATER, TRAITOR. Avi (Algonquin Young Readers - Workman)
  • IF YOU FIND THIS. Matthew Baker (Hachette Book Group – Little, Brown Books for Young Readers)
  • CURIOSITY HOUSE: THE SHRUNKEN HEAD. Lauren Oliver & H.C.Chester (HarperCollins Publishers – HarperCollins Children’s Books)
  • BLACKTHORN KEY. Kevin Sands (Simon & Schuster - Aladdin)
  • FOOTER DAVIS PROBABLY IS CRAZY. Susan Vaught (Simon & Schuster – Paula Wiseman Books)


BEST YOUNG ADULT
  • ENDANGERED. Lamar Giles (HarperCollins Children’s Books - HarperTeen)
  • A MADNESS SO DISCREET. Mindy McGinnis (HarperCollins Publishers – Katherine Tegen Books) THE SIN EATER'S DAUGHTER. Melinda Salisbury (Scholastic – Scholastic Press)
  • THE WALLS AROUND US. Nova Ren Suma (Algonquin Young Readers - Workman)
  • ASK THE DARK. Henry Turner (Houghton Mifflin Harcourt – Clarion Books)


BEST TELEVISION EPISODE TELEPLAY
  • "EPISODE 7," - BROADCHURCH, TELEPLAY. Chris Chibnall (BBC America)
  • "GENTLY WITH THE WOMEN" - GEORGE GENTLY, TELEPLAY. Peter Flannery (Acorn TV)
  • "ELISE - THE FINAL MYSTERY" - FOYLE'S WAR, TELEPLAY. Anthony Horowitz (Acorn TV)
  • "TERRA INCOGNITA" - PERSON OF INTEREST, TELEPLAY. Erik Mountain & Melissa Scrivner Love (CBS/Warner Brothers)
  • "THE BEATING OF HER WINGS" - RIPPER STREET, TELEPLAY. Richard Warlow (BBC America)


ROBERT L. FISH MEMORIAL AWARD
  • "CHUNG LING SOO’S GREATEST TRICK" – ELLERY QUEEN MYSTERY MAGAZINE. Russell W. Johnson (Dell Magazines)


GRAND MASTER
  • Walter Mosley


RAVEN AWARDS
  • Margaret Kinsman
  • Sisters in Crime


ELLERY QUEEN AWARD
  • Janet Rudolph, Founder of Mystery Readers International


THE SIMON & SCHUSTER - MARY HIGGINS CLARK AWARD
  • A WOMAN UNKNOWN.  Frances Brody (Minotaur Books – A Thomas Dunne Book)
  • MASQUE OF A MURDERER.  Suzanne Calkins (Minotaur Books)
  • NIGHT NIGHT, SLEEP TIGHT. Hallie Ephron (HarperCollins Publishers – William Morrow)
  • THE CHILD GARDEN. Catriona McPherson (Llewellyn Worldwide – Midnight Ink)
  • LITTLE PRETTY THINGS. Lori Rader-Day (Prometheus Books – Seventh Street Books)
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LOS TIMADORES. (Jim Thompson)

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LOS TIMADORES. (The Grifters)
Jim Thompson
TRADUCCIÓN: María Antonia F. Álvarez-Navas)
R.B.A. EDITORES
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«Los timadores» (publicada originalmente en 1963) se enmarca claramente dentro de la taxonomía moderna de la novela negra. Sombría, apasionante y de rápido movimiento, con una escritura que lacera cuando no es lírica, «Los timadores»  es un breve viaje al mundo inferior de la estafa profesional donde, para los jóvenes, «desplumar» al prójimo es una ocupación rutinaria, una ciencia completa, con su propio manual de instrucciones y su personal léxico. El protagonista de «Los timadores», Roy Dillon, es un virtuoso en estos menesteres. Razonablemente ordinario al tiempo que modesto, es el tipo de persona del que a todos gusta hablar, aquél en el que todo el mundo confía. Es inteligente, ingenioso, cortés y responsable, «un modelo de honradez». Éso sí, Dillon está completamente desprovisto de remordimiento por las consecuencias derivadas de los actos inherentes a su profesión y es indiferente a la desgracia que proporciona a otros. El comportamiento de Roy es consecuencia de la educación que recibió de su madre, Lilly, otro personaje que raya la franja penal, y que dio a luz a aquél cuando recién salía de su propia infancia. Lilly pertenecía a una de esas familias de fingida decencia, y no tardó en delegar en ella la crianza de su hijo. Todo ello hasta que Roy alcanzó la adolescencia y tornó en un atractivo y saludable joven. Entonces es cuando Roy comienza a observar un sutil cambio en la actitud de su madre. Su figura consigue reavivar los instintos maternales de Lilly y Roy se plantea su propia supervivencia lo mejor que puede, aunque con un resentimiento hacia su madre muy cercano al odio abyecto. 

Aquí radica el verdadero fundamento de «Los timadores». Una revista académica podría haber titulado esta novela algo así como “Un estudio freudiano de los edípicos conflictos psico-sexuales en el contexto de la disfunción familiar”.  Esto es lo que el libro de Thompson realmente propone: la tensión dramática derivada de la confusión sexual de Roy sobre su madre y la ambición desenfrenada de ésta por poseer totalmente a su hijo. El amor carnal de Roy Dillon es Moira Langtry, una mujer mayor que él y que, para no ser menos, también vive fuera de la ley. Ambas mujeres -Lilly y Moira- pertenecen al mismo rebaño; mujeres que saben a la perfección lo que se necesita para para conservar y realzar su atractivo natural. Mujeres que o están dotadas o no escatiman esfuerzos por conseguirlo.

Lilly, Roy y Moira son estafadores de nuevo curso, pero, al igual que sus prototipos, son miopes. Todos sus planes son a corto plazo. Nunca reflexionan sobre las consecuencias de sus actos a largo plazo. Cuando trabajan por separado, cada uno es un estafador relativamente inofensivo. Cuando intentan hacerlo en conjunto –cosa que nunca consiguen-, se convierten en una parodia brutalmente entretenida de la trinidad: la madre, el hijo y sin arrepentimiento, María Magdalena. «Los timadores» es una narración tensa, dura y divertida, y, al final, triste, en un grado que quita el aliento. Nadie se fía de nadie en «Los timadores». Todos sus personajes tratan de sobrevivir en «un mundo de desolación, eterno e infinito».

«Los timadores» habla de egoísmo, de mezquindad y de violencia, pero también de soledad y redención. Una metáfora de la vida. La novela es un descenso a los latidos más bajos de la condición humana.

Thompson escribe sin disciplina. Su rechazo a seguir las reglas establecidas le condenó al gueto de los paperback, lo que le aseguró el anonimato y el desprecio de la crítica. Su prosa transcurre a lo largo de una voz a la vez naturalista y poética, que con posterioridad deviene en incómoda y obtusa. Posiblemente Thompson no gozó en su vida del apoyo de un editor. Él debe mucho a los escritores pulp de su tiempo. Escribió como un ángel caído, alternativamente brillante y profano. Se puede leer en su diálogo, el “Hey, amigo, ¿cómo estás?”, ritmos rescatados de la lengua vernácula de América. Y sin embargo, de vez en cuando, su escritura tiene el porte y el tono de los mejores novelistas de su época. El mundo de Thompson está lleno de obsesión, violencia, venganza, alcoholismo, desequilibrio mental y fantasías de liberación. Es incansable, incorregible, más allá de la redención. Rarísimas veces un escritor americano ha producido una visión tan desolada y merecedora de rechazo.

Curiosamente, los productores de películas se encuentran entre los mayores fans de Thompson. Un número sorprendente de sus novelas ha sido llevado al cine, entre ellas «Los timadores», «La huida», «El asesino dentro de mí», y «1280 almas». «Los timadores» es, sin género de duda, la novela de Thompson que ha sido trasladada con mayor eficacia a la pantalla grande; lo que dice bastante de esta dramática metáfora sobre la vida y la muerte, el amor y la soledad. 
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domingo, 13 de marzo de 2016

ASESINO BURLÓN. (Jim Thompson)

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ASESINO BURLÓN. (The Nothing Man)
Jim Thompson
TRADUCCIÓN: Gerardo Di Masso
EDICIONES B, (LIBRO AMIGO), 1988 
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El protagonista de THE NOTHING MAN (Asesino burlón, 1954) es Clinton Brown, un periodista del Courier de Pacific City. Brown es inteligente y bien parecido, pero al mismo tiempo es bebedor impenitente –un solapado caso de cirrosis del cuerpo-, amargado –un incipiente caso de cirrosis del alma-, autodestructivo, desagradable en extremo, torturador implacable de todos los que le rodean, y poseedor de una lengua punzante y cínica. Y todo ello porque Brown oculta un secreto inconfesable: una herida de guerra que lo convirtió en eunuco. Éste es el origen de todo. Clinton Brow tiene que esconder su desgracia a cualquier coste. ¿Cómo podría seguir martirizando a aquellos que le rodean si conocen su vergüenza? Por eso asesina a todo aquel que esté en disposición de revelarla. La primera víctima de su crueldad es su esposa Ellen, de quien lleva separado años y a quien, en una noche de tormenta, estrella una botella de whisky en la cabeza y posteriormente, tras haberla perfumado con tan preciado licor, le prende fuego. Deborah Chasen es una desolada viuda que, por circunstancias del destino, se cruza un mal día en su camino. Ella se siente intensamente atraída por Brown –«su Browni» como le llama-, y él termina con su vida arrojando su cuerpo por encima del muro del asilo de perros. Constace Wakefield. Constance Wakefield es la propietaria de una pequeña editora en Los Ángeles y tiene la desafortunada idea de solicitar a Brown mil quinientos dólares por la publicación de la colección completa de sus poemas. Esa mujer erguida y perpendicular, que recordaba un tubo de chimenea en casi todos sus detalles, excepto el calor, erecta, retraída, cetrina, miope y asmática, no era consciente que Brown dejaba un poema como recordatorio junto a cada una de sus víctimas.
 
Lo cierto es que, en el curso del libro, Brown cree haber matado a tres personas, su esposa, una interesada viuda y una cegata editora, sólo para descubrir al final que no ha matado a nadie. Una fue asesinada por otro personaje, otra se suicidó y la tercero murió accidentalmente. Incluso en los actos de violencia Brown demuestra ser impotente.

Jim Thompson es un boleto ganador. Varios de sus libros han sido llevados al cine, y los derechos de la mayoría del resto han sido ya adquiridos. Las biografías del autor se publican con regularidad. Muchos de sus libros están de vuelta de impresión y otros, sin la menor duda, serán reeditados muy pronto.

Nacido en Oklahoma en 1906, Thompson comenzó a escribir en su adolescencia, pero no publicó su primera novela hasta haber cumplido los 36 años. De sus 29 libros catalogados, más de la mitad fueron publicados en la década de 1950. Todos ellos fueron ediciones originales de bolsillo, muchos publicados por Lion Books. Fueron revisados raras veces -si es que alguna vez lo fueron de verdad-, puesto que el autor disponía de muy poco dinero y vivía de las revistas de ficción.

Thompson tenía 70 años cuando murió, hace ya 39 de ésto, (precisamente los cumplió el pasado 7 de abril). En el momento de su fallecimiento todos sus libros estaban fuera de impresión. Sin embargo no fue olvidado por completo. Thompson dejó una fuerte impresión en muchos de sus lectores, no pocos de ellos autores de novelas criminales. El culto de sus seguidores creció sustancialmente cuando Black Lizard Book (una pequeña editora de Chicago, ahora parte de Vintage Books) reprodujo varios de sus libros más renombrados a mediados de la década de 1980. De repente se convirtió en el escritor favorito  de todo el mundo. A pesar de que su escritura no es del todo brillante, -Thompson escribía muy rápidamente, y sus obras muestran las fallas así como los defectos propios de una escritura rápida-, ésta se ofrece como modelo de narrativa por su conducción y sus diálogos claros.

Tal vez estemos más dispuestos hoy a escuchar el mensaje de Thompson de lo que lo estuvimos hace 30 años. Tal vez su visión sombría, se ajusta a nuestra realidad mejor que a la suya. O quizá ninguna generación como la actual está más dispuesta a aceptar un mensaje desde la distancia como el que él propone.

Casi todos los 29 libros que Jim Thompson escribió entre 1942 y 1973 se publicaron por primera vez como originales en rústica,  el formato adecuado a su estilo: las novelas feroces de Thompson fueron destinadas a ser leídas de manera inmediata y no saboreadas; sus tramas, sus personajes volátiles y sus duros desafortunados, no requieren explicación. Es por ello, pues, que la reactivación de la obra de Thompson ha sido impulsada por las reimpresiones de bolsillo.

Las novelas de Jim Thompson están llenas de personajes al límite -el mismo límite en el que transcurrió gran parte de su vida-, son de una violencia espeluznante y proponen una crítica brutal e inhumana de la América brutal e inhumana en la que él creció (una visión llena de irritación y conocimiento, de seguridad sin concesiones). Adentrarse en el mundo de Jim Thompson no es sencillo y no siempre es agradable, pero desde luego es apasionante: es más que una experiencia literaria, es una extraordinaria experiencia humana.
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viernes, 4 de marzo de 2016

EL PODER DEL PERRO. (Don Winslow)

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EL PODER DEL PERRO. ( The Power of the Dog)
Don Winslow
TRADUCCIÓN: Eduardo G. Murillo
PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL, S. A. U., 2009
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Publicada en 2005, «El poder del perro» es una historia poderosa y compleja, en parte vinculada al delito y en parte a la historia. Fue el noveno libro que firmó Don Winslow, después de la serie protagonizada por el detective privado y trotamundos Neal Corey y las novelas «Isle of Joy» -publicada bajo el pseudónimo de MacDonald Lloyd (1996)-, «Death and Life of Bobby Z», (Muerte y vida de Bobby Z, 1997) y «California Fire and Life» (1999). Todas ellas muy buenas. Muy divertidas. Con unas tramas bien montadas a la vez que sorpresivas. Sin embargo, «El poder del perro» es otra cosa. «El poder del perro» muestra una fuerza narrativa extraordinaria y una redondez fuera de lo común. «El poder del perro» es un profundo tratado sobre la moralidad y la ética y lo que ocurre cuándo éstas desaparecen para dejar paso al caos y la barbarie.

«El poder del perro» es un relato desgarrador de lo que se considera el «Trampolín mexicano» -el tráfico de cocaína de Medellín a Honduras, de allí a México y desde éste a los Estados Unidos-, una leyenda que comienza a finales de 1970 y concluye en mayo de 2004. La historia se hace aún más compleja y fascinante por la colusión entre la mafia, los capos de la droga mexicanos y el gobierno estadounidense. El tono de la narración es un tanto cínico e irónico, un tono con el que se detallan los fracasos clandestinos y operativos del denostado gobierno americano en su intento de detener el flujo de cocaína desde México a los guetos de los Estados Unidos. La creencia popular es que el tráfico de drogas mexicano fue destruido durante los días de la «Operación Cóndor». Eso afirma el informe oficial, eso afirma la DEA, eso afirma el Departamento de Estado..., pero la realidad es bien distinta. 

En medio de un gran elenco destacan cinco personajes, de sobresaliente caracterización y humanidad. Sus historias se cuentan de forma independiente a través de una tercera persona narrativa, sin embargo con el transcurrir del tiempo sus trayectorias se conectan y se entrelazan. Winslow establece puentes afectivos entre ellos, lo que ocasiona que el lector se contagie y apasione con tal disputa. El afecto se transforma en el ingrediente adictivo de la novela: todo en ella es personal. Mientras que la historia tiene varios hilos envolventes, el centro moral de la novela es Art Keller –un héroe a su pesar-, un medio mexicano, desilusionado veterano de Vietnam, ahora agente de la DEA. Keller se crio en el Barrio Logan, en el San Diego estadounidense, y ha sido testigo de los estragos del consumo de drogas ilícitas. Es descrito como un verdadero creyente de la “guerra contra las drogas” y además es ambicioso. Su principal antagonista es Adán Barrera, capo de la droga de Sinaloa, un ser inteligente, un hombre de negocios estudioso, que se siente más cómodo con los números que con el sórdido “trabajo sucio” que se manifiesta esencial para la construcción y el mantenimiento de su extenso dominio penal. Encadenados en esta misma guerra se encuentran Nora Hayden, una hermosa prostituta de alto standing, capaz de hacer enloquecer a los hombres; el intrigante cardenal Juan Parada, un cura católico obsesionado con la «Teología de la Liberación», y el asesino a sueldo Billy Boy Callan, un personaje taciturno, adiestrado en las calles del West Side, donde creció mecido por fábulas  sangrientas.

Es a través de la Operación Cóndor -un trabajo conjunto entre el gobierno estadounidense y el mexicano para exfoliar el opio de este país- que Keller se tropieza con sus futuros enemigos, un policía del estado de Jalisco -Miguel Ángel Barrera, conocido como «Tío Barrera»- y sus dos sobrinos -Raúl y Adán-, todos ellos con una agenda propia de intereses. Keller y Barrera trabajan juntos para encontrar al capo de la droga de Sinaloa, el viejo don Pedro Avilés. Un craso error. El nuevo heredero del tráfico de la droga es Adán Barrera, y ambos saben cómo ha llegado a serlo. Las secuelas de la «Operación Cóndor» no son lo que Keller espera. Son aún peores. Todos los gomeros que el Tío Barrera seleccionó para sobrevivir a la Operación Cóndor están presentes cuando se realiza el reparto del territorio. «Los norteamericanos querían dispersar a los hombres de Sinaloa. Quemar nuestras tierras y ahuyentarnos. Pero el fuego que consume también deja sitio para una nueva cosecha. El viento que destruye también envía la simiente a la nueva tierra. Si quieren dispersarnos, así sea. Estupendo. Nos dispersaremos como las semillas de la manzanita, que crece en cualquier suelo. Crece y se esparce. Yo digo que nos esparzamos como los dedos de una sola mano. Yo digo que, si nos dejan quedarnos en nuestra Sinaloa, nos apoderemos de todo el país.»

Así Keller se encuentra, sin capacidad de maniobra, ante una reestructuración de la cúpula mafiosa, en la que los Barrera asumen un papel protagonista y de esta forma choca con sus superiores en la DEA, que creen que sus tácticas no son las más apropiadas para ganar ésta guerra. Pero su guerra se vuelve personal. Él está empeñado en la venganza, y su lucha se convierte en obsesión por corregir los errores del pasado. 

En la novela de Don Winslow se refleja una realidad tan cruda que por sí sola llega a adquirir caracteres de leyenda. Por sus páginas desfilan los más renombrados acontecimientos de la guerra del narcotráfico, (léase la agresión salvaje a un club nocturno en Puerto Vallarta; los viles asesinatos de un mandatario de la Iglesia católica y de un candidato presidencial; la decapitación de la esposa de un capo de la droga –quien recibe como presente su cabeza cuidadosamente envuelta en una caja aterciopelada-; la insurrección zapatista en el sur del país; el «Tratado de Libre Comercio», las vendettas entre los jefes de los cárteles, y así un largo, larguísimo etcétera).

Es así como «El poder del perro» se traduce en una historia sangrienta y sanguinaria; con escenas de tortura que hacen palidecer de solo imaginarlas; donde los personajes luchan para no enloquecer y morir; donde no cabe siquiera la posibilidad de una retirada en busca de la retaguardia. Don Winslow consuma aquí una epopeya ardiente como la lava y épica como un mito antiguo. Ante todo esto sólo cabe decir... ¡Pasen señores, el infierno les espera!
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