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EL ANOCHECER. (Nighfall) David Goodis TRADUCCIÓN: Jorge Luis Mustieles EDICIONES VERSAL |
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“Era una de esas
noches cálidas y pegajosas que hacen que a Manhattan se le note la edad.” Así comienza esta novela de David Loeb Goodis...
James Vanning se esconde en Greenwich
Village. Él no sabe que Fraser lo vigila. Tampoco sabe que dos
hombres que robaron un banco en Seattle están en Nueva York; lo que si sabe es
que esos dos hombres van tras él, que ellos creen que él es el poseedor de los
300.000 dólares que fueron robados del banco. Fraser piensa que Vanning
podría ser el tercer ladrón. La evidencia sugiere que Vanning, utilizando
el nombre de Dilks, se reunió con un hombre llamado Harrison, lo mató y huyó
con el dinero en efectivo que Harrison tenía que lavar. Sin embargo a
Fraser no le cabe en la cabeza que Vanning pudiera participar en un atraco a un
banco, y mucho menos en un asesinato. Vanning es un artista comercial, un ex
oficial de la marina sin antecedentes penales. Fraser no quiere detenerlo
hasta tener la completa seguridad de poder recuperar el dinero, pero sus dudas
sobre la culpabilidad de aquél lo atormentan, porque la evidencia es
probablemente suficiente para enviar Vanning a la silla eléctrica. Cuando
los dos ladrones logran dar con su paradero éste afirma no saber dónde está el
dinero. ¿Dice Vanning la verdad?
Es ésta una trama digna de una película de
Hitchcock. Vanning es ésa figura tradicional que se encuentra en el lugar
equivocado en el momento equivocado. Un auténtico perdedor; un imán que atrae
hacia sí todas las desgracias que se cruzan en su camino. «Él era la estrella,
la principal atracción; el chivo expiatorio, el ignorante que se merecía todos
los golpes de mala suerte que estaba recibiendo.» Es éste un personaje que
se debate entre su deseo de ir a la policía y su certeza de que la policía
siempre va a seguir el camino fácil. La evidencia apunta a su culpabilidad,
y éste sabe que no hay nada que pueda decir a la policía para convencerlos de
lo contrario –sobre todo si tenemos en cuenta su incapacidad para entregar los
300.000 dólares que una vez tuvo en su posesión-. Es la falta de ése dinero
lo que hace que «El anochecer» sea diferente de las novelas de suspense
que siguen la fórmula de “hombre inocente que intenta demostrar su inocencia”.
Ésta no es ni de lejos la novela de mayor
suspense de David Goodis, pero la trama es intrigante. «El anochecer» es el
tipo de novela de delincuentes que los autores modernos, obsesionado con las
artes marciales y las persecuciones en coche, parecen incapaces de concebir. Aquí
las emociones derivan de la tensión en lugar de la acción. Su atención se
centra en la psicología en lugar del manejo de las armas. Los momentos
violentos de la historia son explosivos pero quedan relegados, por lo general,
a uno o dos párrafos.
Goodis confiere el don del realismo a sus
personajes. En respuesta al estrés derivado de una situación insostenible,
Vanning se comporta tontamente y no puede entender por qué. Él se siente
arrastrado hacia abajo en “el torbellino de la derrota”. Está decepcionado
consigo mismo. (“No puedo concebir un pensamiento práctico en mi cabeza”, llega
a decir). Frasier, a su vez, es un ser atrabajado, que sufre la inseguridad
paralizante que le genera el hecho de que Vanning pueda ser capturado por los
ladrones. En cuanto al personaje femenino, el interés amoroso de Vanning,
recae en la figura de Martha Gardner. «Había un rosa intenso sobre un fondo de
rico bronce. Había un dorado resplandeciente. Había un azul, un azul bueno y
definido, no brillante, decididamente no acuoso, pero profundamente azul. Y
otra vez el bronce. Un bronce sano. Y todos se sumaban y el resultado era
Martha.» En Martha hay algo de misterioso, y lo más misterioso es el hecho de
que ella nada tiene de misteriosa o difícil de comprender.
«Noir» es oscuro, por definición, pero Goodis
llena sus novelas con un intenso contraste de colores. Los interiores de
los apartamentos disponen de cuadros con puestas de sol de color naranja sobre
gris-verde que cuelgan en las paredes azul cielo. «Quienquiera que se encargara
del cuidado de aquel lugar, realmente creía en su trabajo. Vanning ascendió por
una escalera alfombrada de verde oscuro. Las paredes eran blancas, auténticamente
blancas, y se fundían con el silencio que fluía apacible en cada estólido y
bien arreglado rellano.» Goodis cuenta la historia en primera persona, pero
Vanning de vez en cuando habla de sí mismo en tercera persona, un síntoma de su
estado de deterioro mental. El diálogo es ágil. La resolución es
satisfactoria, aunque tal vez demasiado brillante para un verdadero cuento
noir. Aunque David Goodis escribió libros mejores que éste, la prosa sólida, la trama angustiosa
y las caracterizaciones creíbles hacen de «El anochecer» una lectura agradable en grado sumo.
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