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martes, 22 de marzo de 2016

EL ANOCHECER. (David Goodis)

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EL ANOCHECER. (Nighfall)
David Goodis
TRADUCCIÓN: Jorge Luis Mustieles
EDICIONES VERSAL
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“Era una de esas noches cálidas y pegajosas que hacen que a Manhattan se le note la edad.” Así comienza esta novela de David Loeb Goodis...

James Vanning se esconde en Greenwich Village. Él no sabe que Fraser lo vigila. Tampoco sabe que dos hombres que robaron un banco en Seattle están en Nueva York; lo que si sabe es que esos dos hombres van tras él, que ellos creen que él es el poseedor de los 300.000 dólares que fueron robados del banco. Fraser piensa que Vanning podría ser el tercer ladrón. La evidencia sugiere que Vanning, utilizando el nombre de Dilks, se reunió con un hombre llamado Harrison, lo mató y huyó con el dinero en efectivo que Harrison tenía que lavar. Sin embargo a Fraser no le cabe en la cabeza que Vanning pudiera participar en un atraco a un banco, y mucho menos en un asesinato. Vanning es un artista comercial, un ex oficial de la marina sin antecedentes penales. Fraser no quiere detenerlo hasta tener la completa seguridad de poder recuperar el dinero, pero sus dudas sobre la culpabilidad de aquél lo atormentan, porque la evidencia es probablemente suficiente para enviar Vanning a la silla eléctrica. Cuando los dos ladrones logran dar con su paradero éste afirma no saber dónde está el dinero. ¿Dice Vanning la verdad? 

Es ésta una trama digna de una película de Hitchcock. Vanning es ésa figura tradicional que se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado. Un auténtico perdedor; un imán que atrae hacia sí todas las desgracias que se cruzan en su camino. «Él era la estrella, la principal atracción; el chivo expiatorio, el ignorante que se merecía todos los golpes de mala suerte que estaba recibiendo.» Es éste un personaje que se debate entre su deseo de ir a la policía y su certeza de que la policía siempre va a seguir el camino fácil. La evidencia apunta a su culpabilidad, y éste sabe que no hay nada que pueda decir a la policía para convencerlos de lo contrario –sobre todo si tenemos en cuenta su incapacidad para entregar los 300.000 dólares que una vez tuvo en su posesión-. Es la falta de ése dinero lo que hace que «El anochecer» sea diferente de las novelas de suspense que siguen la fórmula de “hombre inocente que intenta demostrar su inocencia”. 

Ésta no es ni de lejos la novela de mayor suspense de David Goodis, pero la trama es intrigante. «El anochecer» es el tipo de novela de delincuentes que los autores modernos, obsesionado con las artes marciales y las persecuciones en coche, parecen incapaces de concebir. Aquí las emociones derivan de la tensión en lugar de la acción. Su atención se centra en la psicología en lugar del manejo de las armas. Los momentos violentos de la historia son explosivos pero quedan relegados, por lo general, a uno o dos párrafos. 

Goodis confiere el don del realismo a sus personajes. En respuesta al estrés derivado de una situación insostenible, Vanning se comporta tontamente y no puede entender por qué. Él se siente arrastrado hacia abajo en “el torbellino de la derrota”. Está decepcionado consigo mismo. (“No puedo concebir un pensamiento práctico en mi cabeza”, llega a decir). Frasier, a su vez, es un ser atrabajado, que sufre la inseguridad paralizante que le genera el hecho de que Vanning pueda ser capturado por los ladrones. En cuanto al personaje femenino, el interés amoroso de Vanning, recae en la figura de Martha Gardner. «Había un rosa intenso sobre un fondo de rico bronce. Había un dorado resplandeciente. Había un azul, un azul bueno y definido, no brillante, decididamente no acuoso, pero profundamente azul. Y otra vez el bronce. Un bronce sano. Y todos se sumaban y el resultado era Martha.» En Martha hay algo de misterioso, y lo más misterioso es el hecho de que ella nada tiene de misteriosa o difícil de comprender.

«Noir» es oscuro, por definición, pero Goodis llena sus novelas con un intenso contraste de colores. Los interiores de los apartamentos disponen de cuadros con puestas de sol de color naranja sobre gris-verde que cuelgan en las paredes azul cielo. «Quienquiera que se encargara del cuidado de aquel lugar, realmente creía en su trabajo. Vanning ascendió por una escalera alfombrada de verde oscuro. Las paredes eran blancas, auténticamente blancas, y se fundían con el silencio que fluía apacible en cada estólido y bien arreglado rellano.» Goodis cuenta la historia en primera persona, pero Vanning de vez en cuando habla de sí mismo en tercera persona, un síntoma de su estado de deterioro mental. El diálogo es ágil. La resolución es satisfactoria, aunque tal vez demasiado brillante para un verdadero cuento noir. Aunque David Goodis escribió libros mejores que éste, la prosa sólida, la trama angustiosa y las caracterizaciones creíbles hacen de  «El anochecer» una lectura agradable en grado sumo.
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