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LOS TIMADORES. (The Grifters) Jim Thompson TRADUCCIÓN: María Antonia F. Álvarez-Navas) R.B.A. EDITORES |
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«Los
timadores» (publicada originalmente en 1963) se enmarca claramente
dentro de la taxonomía moderna de la novela negra. Sombría, apasionante y de
rápido movimiento, con una escritura que lacera cuando no es lírica, «Los timadores» es un breve
viaje al mundo inferior de la estafa profesional donde, para los jóvenes, «desplumar»
al prójimo es una ocupación rutinaria, una ciencia completa, con su propio
manual de instrucciones y su personal léxico. El protagonista de «Los timadores», Roy Dillon, es un virtuoso
en estos menesteres. Razonablemente ordinario al tiempo que modesto, es el
tipo de persona del que a todos gusta hablar, aquél en el que todo el mundo
confía. Es inteligente, ingenioso, cortés y responsable, «un modelo de
honradez». Éso sí, Dillon está completamente desprovisto de remordimiento por las
consecuencias derivadas de los actos inherentes a su profesión y es indiferente
a la desgracia que proporciona a otros. El comportamiento de Roy es
consecuencia de la educación que recibió de su madre, Lilly, otro personaje que
raya la franja penal, y que dio a luz a aquél cuando recién salía de su propia
infancia. Lilly pertenecía a una de esas familias de fingida decencia, y
no tardó en delegar en ella la crianza de su hijo. Todo ello hasta que Roy
alcanzó la adolescencia y tornó en un atractivo y saludable joven. Entonces es
cuando Roy comienza a observar un sutil cambio en la actitud de su madre. Su
figura consigue reavivar los instintos maternales de Lilly y Roy se plantea su propia
supervivencia lo mejor que puede, aunque con un resentimiento hacia su madre
muy cercano al odio abyecto.
Aquí radica el verdadero fundamento de «Los timadores». Una revista
académica podría haber titulado esta novela algo así como “Un estudio freudiano
de los edípicos conflictos psico-sexuales en el contexto de la disfunción
familiar”. Esto es lo que el libro de
Thompson realmente propone: la tensión dramática derivada de la confusión
sexual de Roy sobre su madre y la ambición desenfrenada de ésta por poseer
totalmente a su hijo. El amor carnal de Roy Dillon es Moira Langtry, una mujer
mayor que él y que, para no ser menos, también vive fuera de la ley. Ambas
mujeres -Lilly y Moira- pertenecen al mismo rebaño; mujeres que saben a la
perfección lo que se necesita para para conservar y realzar su atractivo
natural. Mujeres que o están dotadas o no escatiman esfuerzos por conseguirlo.
Lilly, Roy y Moira son estafadores de nuevo
curso, pero, al igual que sus prototipos, son miopes. Todos sus planes son
a corto plazo. Nunca reflexionan sobre las consecuencias de sus actos a
largo plazo. Cuando trabajan por separado, cada uno es un estafador
relativamente inofensivo. Cuando intentan hacerlo en conjunto –cosa que
nunca consiguen-, se convierten en una parodia brutalmente entretenida de la
trinidad: la madre, el hijo y sin arrepentimiento, María Magdalena. «Los timadores» es una narración
tensa, dura y divertida, y, al final, triste, en un grado que quita el aliento.
Nadie se fía de nadie en «Los
timadores». Todos sus personajes tratan de sobrevivir en «un mundo
de desolación, eterno e infinito».
«Los timadores» habla de egoísmo, de mezquindad y de violencia, pero también de soledad y redención. Una metáfora de la vida. La novela es un descenso a los latidos más bajos de la condición humana.
Thompson escribe sin disciplina. Su
rechazo a seguir las reglas establecidas le condenó al gueto de los paperback,
lo que le aseguró el anonimato y el desprecio de la crítica. Su prosa transcurre
a lo largo de una voz a la vez naturalista y poética, que con posterioridad deviene
en incómoda y obtusa. Posiblemente Thompson no gozó en su vida del apoyo
de un editor. Él debe mucho a los escritores pulp de su tiempo. Escribió como
un ángel caído, alternativamente brillante y profano. Se puede leer en su
diálogo, el “Hey, amigo, ¿cómo estás?”, ritmos rescatados de la lengua
vernácula de América. Y sin embargo, de vez en cuando, su escritura tiene
el porte y el tono de los mejores novelistas de su época. El mundo de Thompson
está lleno de obsesión, violencia, venganza, alcoholismo, desequilibrio mental
y fantasías de liberación. Es incansable, incorregible, más allá de la
redención. Rarísimas veces un escritor americano ha producido una visión tan
desolada y merecedora de rechazo.
Curiosamente, los productores de películas se
encuentran entre los mayores fans de Thompson. Un número sorprendente de
sus novelas ha sido llevado al cine, entre ellas «Los timadores», «La huida»,
«El asesino dentro de mí», y «1280 almas». «Los timadores» es, sin género de duda, la novela de Thompson que
ha sido trasladada con mayor eficacia a la pantalla grande; lo que dice
bastante de esta dramática metáfora sobre la vida y la muerte, el amor y la
soledad.
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