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viernes, 18 de marzo de 2016

LOS TIMADORES. (Jim Thompson)

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LOS TIMADORES. (The Grifters)
Jim Thompson
TRADUCCIÓN: María Antonia F. Álvarez-Navas)
R.B.A. EDITORES
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«Los timadores» (publicada originalmente en 1963) se enmarca claramente dentro de la taxonomía moderna de la novela negra. Sombría, apasionante y de rápido movimiento, con una escritura que lacera cuando no es lírica, «Los timadores»  es un breve viaje al mundo inferior de la estafa profesional donde, para los jóvenes, «desplumar» al prójimo es una ocupación rutinaria, una ciencia completa, con su propio manual de instrucciones y su personal léxico. El protagonista de «Los timadores», Roy Dillon, es un virtuoso en estos menesteres. Razonablemente ordinario al tiempo que modesto, es el tipo de persona del que a todos gusta hablar, aquél en el que todo el mundo confía. Es inteligente, ingenioso, cortés y responsable, «un modelo de honradez». Éso sí, Dillon está completamente desprovisto de remordimiento por las consecuencias derivadas de los actos inherentes a su profesión y es indiferente a la desgracia que proporciona a otros. El comportamiento de Roy es consecuencia de la educación que recibió de su madre, Lilly, otro personaje que raya la franja penal, y que dio a luz a aquél cuando recién salía de su propia infancia. Lilly pertenecía a una de esas familias de fingida decencia, y no tardó en delegar en ella la crianza de su hijo. Todo ello hasta que Roy alcanzó la adolescencia y tornó en un atractivo y saludable joven. Entonces es cuando Roy comienza a observar un sutil cambio en la actitud de su madre. Su figura consigue reavivar los instintos maternales de Lilly y Roy se plantea su propia supervivencia lo mejor que puede, aunque con un resentimiento hacia su madre muy cercano al odio abyecto. 

Aquí radica el verdadero fundamento de «Los timadores». Una revista académica podría haber titulado esta novela algo así como “Un estudio freudiano de los edípicos conflictos psico-sexuales en el contexto de la disfunción familiar”.  Esto es lo que el libro de Thompson realmente propone: la tensión dramática derivada de la confusión sexual de Roy sobre su madre y la ambición desenfrenada de ésta por poseer totalmente a su hijo. El amor carnal de Roy Dillon es Moira Langtry, una mujer mayor que él y que, para no ser menos, también vive fuera de la ley. Ambas mujeres -Lilly y Moira- pertenecen al mismo rebaño; mujeres que saben a la perfección lo que se necesita para para conservar y realzar su atractivo natural. Mujeres que o están dotadas o no escatiman esfuerzos por conseguirlo.

Lilly, Roy y Moira son estafadores de nuevo curso, pero, al igual que sus prototipos, son miopes. Todos sus planes son a corto plazo. Nunca reflexionan sobre las consecuencias de sus actos a largo plazo. Cuando trabajan por separado, cada uno es un estafador relativamente inofensivo. Cuando intentan hacerlo en conjunto –cosa que nunca consiguen-, se convierten en una parodia brutalmente entretenida de la trinidad: la madre, el hijo y sin arrepentimiento, María Magdalena. «Los timadores» es una narración tensa, dura y divertida, y, al final, triste, en un grado que quita el aliento. Nadie se fía de nadie en «Los timadores». Todos sus personajes tratan de sobrevivir en «un mundo de desolación, eterno e infinito».

«Los timadores» habla de egoísmo, de mezquindad y de violencia, pero también de soledad y redención. Una metáfora de la vida. La novela es un descenso a los latidos más bajos de la condición humana.

Thompson escribe sin disciplina. Su rechazo a seguir las reglas establecidas le condenó al gueto de los paperback, lo que le aseguró el anonimato y el desprecio de la crítica. Su prosa transcurre a lo largo de una voz a la vez naturalista y poética, que con posterioridad deviene en incómoda y obtusa. Posiblemente Thompson no gozó en su vida del apoyo de un editor. Él debe mucho a los escritores pulp de su tiempo. Escribió como un ángel caído, alternativamente brillante y profano. Se puede leer en su diálogo, el “Hey, amigo, ¿cómo estás?”, ritmos rescatados de la lengua vernácula de América. Y sin embargo, de vez en cuando, su escritura tiene el porte y el tono de los mejores novelistas de su época. El mundo de Thompson está lleno de obsesión, violencia, venganza, alcoholismo, desequilibrio mental y fantasías de liberación. Es incansable, incorregible, más allá de la redención. Rarísimas veces un escritor americano ha producido una visión tan desolada y merecedora de rechazo.

Curiosamente, los productores de películas se encuentran entre los mayores fans de Thompson. Un número sorprendente de sus novelas ha sido llevado al cine, entre ellas «Los timadores», «La huida», «El asesino dentro de mí», y «1280 almas». «Los timadores» es, sin género de duda, la novela de Thompson que ha sido trasladada con mayor eficacia a la pantalla grande; lo que dice bastante de esta dramática metáfora sobre la vida y la muerte, el amor y la soledad. 
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