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EL SECUESTRO DE MISS BLANDISH. (No orchids for Miss Blandish) James Hadley Chase TRADUCCIÓN: Joaquín Urrieta ANAGRAMA - COLECCIÓN COMPACTOS |
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«El
secuestro de Miss Blandish, (No orchids for Miss Blandish) (1939)», fue la primera de la
interminable lista de novelas que publicó James Hadley Chase a lo largo de 40
años de vida profesional. Chase
escribió su primer libro cuando contaba 32 años de edad. Basándose en la
cultura estadounidense de la Gran Depresión, la Ley Seca y el Crimen Organizado
decidió probar suerte con la novela negra y en seis semanas, con la ayuda de un
mapa y de un diccionario de argot americano, dio a luz esta espléndida
composición titulada irónicamente en inglés «No hay orquídeas para Miss
Blandish», en la que saca provecho de la popularidad que en
Gran Bretaña obtuvo la delincuencia americana importada de la ficción después
de la Segunda Guerra Mundial.
La historia
está ambientada en esos desagradables Estados Unidos de la América sin ley de
la década de los 40, y gira en torno al secuestro de la joven Miss Blandish por
un grupo de matones, cuadrilla que de inmediato la deja en poder de una organización
más grande y mejor dispuesta, dirigida por el sádico sexual e impotente Slim
Grisson y su madre Ma Grisson, una mujer regordeta y sin escrúpulos. Ya desde las primeras
páginas tenemos conciencia de que Miss
Blandish es una bella heredera. La imaginamos entrar en el club Golden Slipper
envuelta por el brillo de su cabellera rojiza, con su piel blanca, sus grandes
ojos y un impresionante collar de perlas, transformada en una doble tentación.
El padre de
la señorita Blandish contrata a un ex periodista, –Dave Fenner, embarcado ahora
en las tareas de detective privado-, para
rescatar a su hija. A lo largo del camino hay numerosas escenas de torturas, de
asesinatos, de violación; secuencias en que las ametralladoras y granadas de
mano son utensilios de uso común, escenas de suicidio y, ¿por qué no?, referencias
a la infancia de Slim Grisson más allá del tiempo, cuando de pequeño cortaba
animales vivos con un par de tijeras oxidadas.
Al igual que
ocurrió con el controvertido «Yo, el jurado» de Mickey Spillane, que
aparecería sólo unos pocos años más tarde, «El
secuestro de Miss
Blandish» se convirtió
rápidamente en un éxito editorial. Solo
en Gran Bretaña vendió más de medio millón de copias. Puede que la
novela haya sido considerada vil y enferma por algunos, pero los británicos,
luego de someterse al bombardeo constante de los nazis, necesitaban desahogos
como éste.
A pesar de
su popularidad, el libro conquistó mucha hostilidad por parte de los críticos,
no sólo por su violencia sino por ser considerado el personaje de «Miss
Blandish» una copia flagrante del de la joven «Temple Drake», de la novela «Santuario» de William
Faulkner. En ella Temple Drake, desvergonzada y hermosa hija de un juez,
tras ir a parar al escondrijo de unos contrabandistas de alcohol, se encontrará
con el gánster Popeye, hombre física y moralmente atrofiado, que la desflorará
con una mazorca para confinarla después en un prostíbulo. Las semejanzas están
ahí para quien quiera verlas. De hecho, las acusaciones
de plagio persiguieron a Chase durante toda su carrera, hasta el punto que con
el tiempo tuvo que pedir disculpas públicamente a Raymond Chandler por incluir secciones completas de los trabajos de
éste en «Blonde's Requiem», novela publicada en 1946. En cualquier caso no se puede discutir que Chase sabía elegir sus
referentes.
Pero el
libro también tiene sus defensores literarios, sobre todo George Orwell, quien en
1944, en su ensayo “Raffles y Miss Blandish”, afrontó la
violencia y la brutalidad en la novela negra americana, y el creciente apetito
británico hacia ella, catalogando al libro como “una brillante pieza de
escritura”, con apenas una palabra o una nota discordante.
El
hard-boiled más duro y las representaciones más realistas del crimen siempre
terminaron por idealizar al criminal. La visión artística de la delincuencia en
la literatura es un poco abstracta, romántica, existencial, y oscuramente
macabra. Sin embargo, «El secuestro de Miss Blandish» se burla de
todo ello. Hay aquí un entendimiento instintivo de la criminalidad y de las
profundidades más bajas, que va más allá de cualquier teoría imperante. Esta
evaluación es más marcada en el tratamiento que Chase da a la banda Grissom.
Todos ellos, desde la feroz matriarca Ma Grissom hasta su hijo, el psicópata
Slim, son personajes éticamente muertos. Todos ellos, incluyendo a las mujeres
criminales, ven la violación como un acto sexual normal, la crueldad sádica
como un medio para un fin, y el asesinato como una áspera payasada dedica a una
ganancia financiera. Es verdad que para la casi la totalidad de los
criminales de este libro, el odio es amor; es ésta la norma en todas las
circunstancias.
El
núcleo de la novela gira en torno al dopaje y la ingestión de drogas -probablemente
mezclas de morfina y anfetaminas- suministradas por Ma Grissom a Blandish. Todo
ello para que su hijo psicópata, Slim, que es impotente e incapaz de unas
relaciones normales, pueda abusar de ella de forma pedofílica. Ma sugiere
que la violación de la chica puede ser la respuesta a la impotencia de su hijo.
Miss Blandish es el único personaje completamente
inocente en esta narración. Ella es prácticamente una niña, una pátina sobre
la que los otros personajes proyectan sus insuficiencias.
En «El secuestro de Miss
Blandish» hay una ausencia total de cualquier entrada feminista: No
hay diferencia entre hombres o mujeres criminales en este sentido. Las dos
archicriminales femeninas, Ma Grissom y Anna Bork, se comportan exactamente
igual que sus colegas masculinos en todos los aspectos.
En el transcurso del desenlace del libro todos
los delincuentes son exterminados por los detectives privados y los policía
uniformados. No hay piedad; los derechos humanos de la banda Grissom
no existen en la conciencia de estos agentes de la ley. Slim Grissom es
abatido por una lluvia de fuego en su enfrentamiento con la Policía. No se
podía esperar otra cosa. No hay redención para él. La muerte es su única solución. A
medida que cae a tierra cubierto de sangre los hombres del FBI lo rematan con
fuego de ametralladora. Miss Blandish, por su parte, es un espectro de sí misma,
ha perdido la
inocencia para siempre y no puede regresar a su mundo; su mundo y su padre la
esperan, pero ella es otra persona, ha bajado a los infiernos y de allí no ha
regresado nadie hasta el presente.
Como
se ha dicho muchas veces, la novela negra es un espejo de nuestra sociedad. Y
por otra parte los libros son un producto de su tiempo. «El
secuestro de Miss Blandish» no es menos. La novela está llena a rebosar de whisky, de pistolas y de
brutalidad. Tal vez ahora todo ésto suene a tópico, pero en 1939 no debía de
serlo tanto. Sí, «El secuestro de Miss
Blandish» es una narración controvertida en cuanto al
tratamiento de “la sexualidad y la violencia”. Pero ahí quizás es donde radique
su verdadero interés.
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