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CAMILLE (Sacrifices) Pierre Lemaitre TRADUCCIÓN: Juan Carlos Durán Romero PENGUIN RANDOM HOUSE, GRUPO EDITORIAL, 2016 |
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Galería Monier, en París. Construida en
el siglo XIX al pie de los Campos Elíseos, alberga boutiques de lujo,
papelerías, peleterías y tiendas de antigüedades. En el momento de la apertura
de los comercios, una mujer va al baño, empuja la puerta y se encuentra frente
a dos hombres, vestidos de negro y armados hasta los dientes. El más alto
levanta su arma, se gira y golpea a la mujer en plena cara con la culata de la
escopeta. Le revienta literalmente la cabeza. A continuación, con todas sus
fuerzas, con saña, el hombre la golpea violentamente con la punta de su bota de
cuero de estilo militar. Los golpes llueven sobre el cráneo, los antebrazos, la
nuca y la espalda de la mujer. Costillas, nariz, dientes rotos... El agresor la
coge por el tobillo derecho y la arrastra por el suelo una treintena de metros
hasta la puerta de una joyería. Un trapo, un fardo, un maniquí amorfo que se
vacía de sangre. Allí se produce «el golpe». La víctima, sumida en un estado
completo de embriaguez y extravío, se levanta y trata de huir. Mientras el primer hombre recoge las joyas de
las vitrinas, el segundo, situado en la puerta de la joyería, dispara sobre la
víctima.
Esta mujer -la víctima-, completamente
destrozada, pero viva a fin de cuentas, se llama Anne Forestier. Es la
compañera del hipotrófico Comisario Camille Verhoeven, de la Brigada Criminal. Camille Verhoeven es un metro cuarenta y
cinco de humanidad, de pesadumbre y de realidad. Un metro cuarenta y
cinco es algo ridículo para un hombre, pero en Camille todo se manifiesta en
dosis muy concentradas. Para un policía la humanidad no es precisamente una
virtud, la pesadumbre es irreconciliable con su labor y la realidad..., -¡ay!,
la realidad-, la realidad es que Camille es un quebradero de cabeza para sus
superiores, los testigos, los compañeros, los jueces y para casi todo el mundo.
Camille, sí el comisario Camille Verhoeven, desafiando todo tipo de
reglamentación, y bajo la amenaza de perder su carrera, se las arregla para disimular
su relación con Anne y hacerse cargo de la investigación del robo de la
joyería...
«Camille», originalmente «Sacrifices», es la cuarta
y última novela de la tetralogía protagonizada por el comandante Verhoeven. Dividida
en tres partes, (la trama se desarrolla en tres días), Lemaitre se precipita
con fuerza desde las primeras páginas, donde describe con una violencia ciega
el calvario de Anne Forestier. El estilo del autor sigue siendo eficaz, preciso
y cínico, como ya lo fue en su día en «Irene» y «Alex». Lemaitre es un
descriptor de emociones y sus personajes se expresan en y por ellas. «Camille»
queda en manos de los pensamientos del propio Camille, los de Anne y, en
primera persona del singular, los del delincuente; hecho, este último, que
nos permite comprender que se trata de un hombre inteligente y determinado, algo
que, sin embargo, no aporta nada a su filiación. Todo lo contrario... La
alternancia de perspectivas permite comprender rápidamente que nos encontramos
ante algo más que la historia de un testigo que estaba en el lugar equivocado en el
momento equivocado.
Si bien el estilo de Lemaitre sigue centrado en
la introspección de sus personajes, con una narrativa bien controlada, encontré
«Camille» ligeramente menos adictivo que otros títulos del autor. Tal vez
sea porque es un relato centrado en la figura de Camille (Le Guen y Louis, con
quienes compartió fatigas en los volúmenes anteriores de la tetralogía, apenas
se vislumbran). Lo cierto es que la obra permite cerrar el ciclo con un trabajo
ordenado, con una trama que va mucho más allá de las apariencias... De todos
modos, «Camille» es un buen libro; eso sí, por debajo de «Alex», que según mi
opinión es una obra magnífica.
Con «Camille», su autor, Pierre Lemaitre se hizo acreedor
el pasado año al prestigioso «Dagger Award» de novela negra. Como hemos apostillado
hasta la saciedad, ella cierra la reverenciada tetralogía protagonizada por el
comandante Verhoeven, unos relatos de ambiente y escritura verdaderamente estremecedores.
La crítica especializada ha sido unánime al respecto: brillante, angustiosa, sorpresiva,
de imprevisibles giros, rey de la novela negra francesa, capaz de crear
incredulidad en el lector, un increíble manejo de la emoción... Lo único cierto
es que «Camille» no defrauda.
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