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EL VIGÍA (The Watchman) Robert Crais TRADUCCIÓN: Patricia Orts EDICIONES B. S. A., 2016 |
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«El vigía», de Robert Crais, es la primera
novela en la que Joe Pike asume el papel de protagonista. Los seguidores de la
serie son conocedores de que Pike comparte andanzas con el ex oficial de
policía de Los Ángeles, y actual detective privado, Elvis Cole. La devoción que
Pike profesa a Cole fue puesta de manifiesto en «El desconocido» (The Forgotten
Man, 2005), cuando condujo de la mano a su amigo casi muerto a una sala de la UCI.
Un hombre llamado Reinike, David Reinike, había disparado a Cole en la espalda
con una escopeta del calibre 12. Los perdigones le habían hecho añicos cinco
costillas, le habían roto el húmero izquierdo y habían colapsado un pulmón. La
moral inquebrantable de Pike y su celo en el cumplimiento de la misión
encomendada se pone de nuevo a prueba, esta vez en la protección de Larkin Conner
Barkley, una acaudalada joven de la alta sociedad de California cuya vida se ve
en peligro, tras un accidente de tráfico aparentemente inocuo.
Larkin es una joven veinteañera y rica que
sufre la falta de atención de un padre multimillonario, personaje éste que vive
enfrascado intensamente en el fortalecimiento de su vasto imperio; cadenas
hoteleras, líneas aéreas y yacimientos petrolíferos demandan todo su tiempo. Larkin,
a su vez, sobrevive como si la ciudad de Los Ángeles fuera suya. Recorre las
calles a toda velocidad al volante de su Aston Martin, y absorta en estos
menesteres nos la encontramos cuando abrimos las primeras páginas de «El
vigía», sometida al tipo de despreocupación que sólo los adultos de vida
privilegiada poseen.
Larkin aprieta el acelerador y siente que el
viento le levanta la melena. Deja atrás semáforos a toda velocidad, rojos o
verdes, el color no importa. Cierra los ojos y permanece así un rato. Luego los
abre. 80... 90... 100... Cuando se encuentra a varias manzanas de su casa el
airbag explota. El Aston Martin da un bandazo a un lado y se detiene. Larkin se
quita el cinturón y se apea del coche tambaleándose. Un Mercedes sedán plateado
está junto a la acera con el guardabarros trasero roto y doblado. Un hombre y
una mujer ocupan los asientos delanteros. Un segundo hombre está sentado en el
asiento posterior. El conductor la mira aturdido antes de verla realmente. El
pasajero del asiento trasero abre de golpe la puerta, cae de rodillas, se pone
de pie apoyándose en el coche y a continuación sale corriendo en mitad de la
noche. Mientras, el Mercedes, ajeno a todo, sigue su camino.
La vida tiene una forma muy perra de darle vueltas
a la realidad y, cuando el Aston Martin de Larkin golpea el Mercedes plateado,
su vida da un vuelco. Los tres ocupantes del Mercedes sobreviven e
inexplicablemente huyen de la escena del accidente. Poco después, Larkin sufre
varios intentos de asesinato. A través de las fotos del Departamento de Justicia
de Estados Unidos se logra identificar a uno de los ocupantes del Mercedes como
Alexander Liman Meesh, un asesino conocido y blanqueador de dinero de un cártel
de la droga en América del Sur. Los otros dos pasajeros son el promotor
inmobiliario George King y su esposa Elaine. Los federales sospechan que Meesh
y King tienen un negocio de inversión inmobiliaria en marcha, y que Meesh está
detrás de los ataques a la Srta. Barkley. Sin embargo, los agentes del gobierno
parecen incapaces de proteger a la salvaje Larkin, hecho por el cual Pike es contratado
para ayudar.
Acompañado de su Colt Python 357 Magnum, con
el cañón de cuatro pulgadas, el ex marino cuenta con unas habilidades y una
disciplina de las que la banda de asesinos sudamericanos de Meesh carecen. Pike
puede permanecer horas parado en un lugar, mientras que los hombres de Meesh, en
iguales circunstancias, se dejan llevar por la inquietud y el aburrimiento. La
falta de disciplina es una debilidad. Meesh tiene una ventaja, sin embargo: ¡hay
una fuga de información! Oleadas de asesinos a sueldo golpean repetidamente los
lugares de seguridad donde Pike oculta a Larkin, y todo lo que nuestro hombre puede hacer es poco para proteger a la joven.
Pronto llega a la conclusión de que su única oportunidad de sobrevivir es dar
caza a Meesh.
En el pasado Elvis Cole ha dependido a menudo
de Joe Pike para salvaguardar sus espaldas, pero en esta ocasión, es Pike quien
requiere la ayuda de Cole. ¡Mal asunto! Cole todavía se está recuperando de su
encuentro con el psicópata de «El desconocido»; no obstante, no dejará que ésto
le detenga. Catorce semanas atrás -una semana antes de que le dispararan-, Cole
podía doblarle la cintura a cualquiera. Ahora, se mueve como un robot con
las articulaciones oxidadas. Sin
embargo, dos veces al día, todos los días, más allá del dolor, trabaja para
recuperar la forma.
Larkin Conner Barkley es la pieza central de
esta novela; Crais la ha dotado de una personalidad densa y robusta. Indignada
por sus circunstancias difíciles, trata seducir a Pike, aunque el mercenario,
moralmente firme, no se entrega. De hecho, le deja bien claro que “no es un guardaespaldas”,
que la está protegiendo a causa de una obligación moral. La suya es una
relación que crece con el tiempo, aunque nunca llega a ser íntima. En su
acercamiento Pike comparte cosas personales con ella, por ejemplo el
significado de esas flechas rojas en sus hombros. Y cuando Larkin se enfrenta a
un peligro mortal grave, Joe Pike siente miedo de no ser capaz de salvarla.
Robert Crais es un novelista de inmenso talento,
sin embargo son Cole y Pike quienes le han hecho un hueco dentro de la novela
negra moderna. Crais tiene una manera muy fresca de formular las frases, como
cuando Cole asegura a su amigo Pike que Alex Meesh debe estar preocupado por el
hecho de que la gente que envía a por Larkin tiene la mala costumbre de
aparecer muerta: “Has matado a siete de sus sicarios”. El estilo de su
escritura combinado con el notable desarrollo de los personajes y el suspense
de la trama hacen que «El vigía» brille como una joya en medio del montón de
grava metafórica de otros libros de este género.
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