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lunes, 31 de octubre de 2016

BIBLIOGRAFÍA: FRED VARGAS

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FRED VARGAS
SERIE «COMISARIO JEAN-BAPTISTE ADAMSBERG»



EL HOMBRE DE LOS CÍRCULOS AZULES (L'Homme aux cercles bleus, 1991)

Unos misteriosos círculos azules trazados con tiza han comenzado a aparecer en las aceras de las calles de París. Dibujados durante la noche, contienen en su interior objetos cada vez más extraños, un desecho, un residuo, un objeto perdido: la pata de una paloma, encendedores de cigarrillos, un sombrero, la cabeza de una muñeca, un trombón, una bombilla, una pinza de depilar, un yogur... Acompañando a cada uno de ellos aparece la misteriosa frase: «Víctor, mala suerte, ¿qué haces fuera?» ¿Están esos círculos ahí para llamar la atención sobre la basura desechada? ¿O es que el artista situó esos elementos dentro de los círculos? ¿Es una diversión, o estamos ante algo más siniestro? La opinión de Adamsberg se decanta por esta esta última opción, y, al tratarse de quien se trata, mantiene una estrecha vigilancia sobre los informes de los medios de comunicación que consideran los círculos como una broma de mal gusto.  Esa es su actitud hasta que algo mucho más siniestro aparece en uno de los círculos azules: el cuerpo de una mujer con la garganta seccionada salvajemente. Los instintos de Adamsberg le dan la razón, y comienza a profundizar en un caso que por momentos adquiere tintes de tragedia. Pero la pregunta crucial es: ¿es el hombre que traza los círculos de tiza azul el asesino, o éste último es un oportunista inteligente que ha sabido ver su gran momento para llevar a cabo sus propios fines?

EL HOMBRE DEL REVÉS (L'Homme à l'envers, 1999)

Camille y Lawrence sostienen una discusión con Suzanne Rosselin, una estanciera que dirige sóla la ganadería de Les Écarts, -con mano de hierro  según dicen-, referente a la opinión de ésta según la cual Massart, un residente de la aldea, es un hombre lobo. Suzanne basa sus argumentos en que aquél no tiene vello. «-¿Es verdad Lawrence? –Verdad. La otra noche, mientras arreglabas la fuga. Dice que es un puto hombre lobo de mierda lo que está sangrando toda la región. Que por eso sus dientes no son normales.» Será éste, precisamente, el detonante que ponga en marcha una estremecedora historia plagada de violencia, odios y venganza. No en vano, al día siguiente de la referida discusión con Suzanne todo se complica. La pastora aparece degollada. Es encontrada tendida en la paja sucia, boca arriba, con los brazos abiertos y el camisón subido hasta las rodillas. En la garganta, una horrible herida deja escapar un mar de sangre. El lobo ha atacado de nuevo y Massart ha desaparecido. Soliman, hijo adoptivo de Suzanne, y el Veloso, su viejo pastor, deciden emprender la búsqueda del hombre lobo Massart. Para ello se las arreglan para convencer a Camille que los acompañe. Será ella la encargada de conducir una ganadera de veinte años de antigüedad, -¡la flor de la edad!-, resistente eso sí, pero sin dirección asistida y con frenos de tambor. Para colmo reina en ella un calor asfixiante y un penetrante olor a lana grasienta. A la mañana siguiente Camille atisba los defectos garrafales de la empresa: lo necio del proyecto, lo peligroso de la puesta en escena, lo desagradable de la promiscuidad con dos tipos casi desconocidos y que no parecen estar en el mejor momento de su quietud. Sin embargo todo está ya decidido y la «road-movie» da comienzo.

HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS (Pars vite et reviens tard, 2001)

Durante días, una serie de mensajes cada vez más inquietantes y misteriosos, copias de textos antiguos del siglo XVII, posteriormente identificados como pertenecientes al «Liber  canonis» del gran médico y filósofo persa del siglo XI Avicena, y todos referentes a la gran epidemia de peste que afectó a Londres en 1665, son introducidos en la urna de Joss. «-Y primeramente para evitar la infección procedente de la tierra, hay que guardar las calles limpias y las casas, barriéndolas y quitando las inmundicias tanto humanas como de otros animales, teniendo principalmente cuidado con los mercados de pescados, carnicerías, triperías, en las que se hace ordinariamente acopio de excrementos sujetos a corrupción».  Por otro lado, extrañas marcas están empezando a aparecer en las portadas de diversos edificios de la ciudad; unos «cuatros invertidos», de unos setenta centímetros de alto, firmados con las iniciales CLT (correspondientes a la cita latina “Cito, longe fugeas et tarde redeas”, algo así como “¡Lárguese a toda velocidad y no aparezca por aquí por una buena temporada!”), símbolos que fueron utilizados en tiempos pretéritos para evitar la «Muerte Negra». El conocimiento de estos acontecimientos extraños llega a oídos del comisario Adamsberg, y su olfato perspicaz detecta algo siniestro. Es una sensación que se confirma cuando un cadáver carbonizado y lleno de pulgas es  descubierto en la Rue Jean-Jacques Rousseau número 117, y entonces, como no podía ser de otra manera, el pánico comienza a propagarse por toda la ciudad.

BAJO LOS VIENTOS DE NEPTUNO (Sous les vents de Neptune, 2004)

En esta narración Fred Vargas organiza una novela que aglutina, no sólo las consecuencias derivadas del «virtuosismo» de un asesino en serie en el manejo de un tridente, sino también el traslado de su escuadra a Canadá. El comisario Jean-Baptiste Adamsberg y siete de sus oficiales se están preparando para recibir un cursillo de formación forense en Quebec. Unos días antes de su partida Adamsberg es conocedor de la noticia del asesinato de una mujer que ha recibido tres puñaladas en el estómago, y sobre el que el presunto asesino no tiene conciencia de culpa. Una serie de crímenes similares, entre ellos uno en el que se acusó en su día al hermano de Adamberg, se produjeron hace 16 años. -«Está muerta, Jean-Baptiste, está muerta, la han matado». Le puse la mano en la boca, le lavé las manos y le arrastré fuera. Lloraba. Le hice preguntas y más preguntas. «¿Qué ha pasado Raphaël? Cuenta, hostia.» «No lo sé», respondió. «Estaba allí, de rodillas, en el depósito de agua, con sangre y un punzón, y ella, Jean-Baptiste, ella estaba muerta, con tres agujeros en el vientre»-.

En Quebec Adamsberg se da de cara con el asesinato de una muchacha a cuchilladas, algo muy parecido a lo que vivió 16 años atrás con su hermano. Y ello le da pie para sacar a la luz ocho carpetas numeradas, ochos expedientes de asesinato, ocho crímenes escalonados de 1949 a 1983, ocho casos cerrados, ocho culpables atrapados casi con el arma en las manos. Toda una cadena de desafueros, cometidos por el misterioso «Tridente», un personaje al que Adamsberg ya ha puesto nombre. «En mi aldea de los Pirineos había un viejo al que nosotros, los mocosos, llamábamos el Señor. Los mayores le llamaban por su cargo y su nombre: el juez Fulgence.» Ello no tendría nada de extraño si no fuera por el hecho de que él asistió al funeral de ese hombre quince años atrás.

LA TERCERA VIRGEN (Dans les bois éternels, 2006)

Veyrenc se enamora perdidamente de Camille Forestier, la adorada de Adamsberg. No en vano ambos provienen de la misma región montañosa de Pau, región llena de rencores antiguos. Veyrenc es gascón, bearnés del valle de Ossau y Adamsberg, pirenaico del valle del Gave, vecinos que nunca se entendieron bien. La gente de aquellos lares podía matar por un pedazo de terreno. Adamsberg, receloso, visita a «el Nuevo» sin más objetivo que extirparlo de la proximidad de Camille. 

El equipo tiene que resolver varios misterios. El enterramiento de una mujer joven es perturbado; los profanadores reciben mucho dinero por abrir la tumba y su silencio les cuesta la vida. Resultan ser dos hombres degollados en Porte de la Chapelle, a pocos cientos de metros uno de otro. Dos pringados, dos bandidos de poca monta que trapicheaban en el Mercado de las Pulgas. La brigada de Estupefacientes y la de Homicidios se disputan el caso. Por otra parte, una enfermera -«El ángel de la muerte»-, que ha asesinado en serie a treinta y tres de sus pacientes, se escapa de su encierro. Es una asesina disociada, un individuo compuesto de dos partes no encajadas, una que mata y otra que vive con normalidad, ignorándose ambas de forma más o menos perfecta. Una forma peligrosa de psicopatía. En Normandía, dos ciervos han muerto y sus corazones han sido extirpados. Mientras tanto, Danglard ha encontrado una poción del siglo XVII que asegura la vida eterna y que alguien está tratando de volver a crear.

UN LUGAR INCIERTO (Un lieu incertain, 2008)

Diecisiete pies cortados a la altura de los tobillos, calzados en sus respectivos zapatos, son descubiertos frente al famoso cementerio de Highgate de Londres, donde reposan, entre  otros, los restos de Karl Marx y Charles Dickens. Este es el punto de partida de la nueva intriga policial ideada por Fred Vargas para su décima novela, «Un lugar incierto». El comisario Jean-Baptiste Adamsberg, tiene que cruzar el canal de la Mancha para asistir a un seminario internacional de tres días de coloquios, conferencias y debates, cuando se ve involucrado en el misterio de un necrófilo que dedicó su tiempo a cortar y coleccionar pies. Su fiel comandante Danglard reconoce un zapato que podría ser de su tío muerto hace veinte años, o de un primo, o de un hombre del mismo pueblo; lo cierto es que es un pie serbio, porque el tío de Danglard era serbio. Y como bien razona el propio comandante: «¿Qué puede meterse en unos zapatos? ¡Pies!. Y generalmente los propios. O sea que si los zapatos son de mi tío, hay muchas posibilidades de que los pies que están dentro le pertenezcan.»

Si en Londres los acontecimientos están irrigados de un carácter paradójico, en París, a la vuelta, un terrible asesinato deviene en un auténtico desatino. Un solitario hombre rico, vecino del barrio de Garches, periodista especializado en temas judiciales, aparece cortado, troceado y triturado en un montón de piezas de sangre, carne y hueso, repartidas a discreción por toda su casa. Los sospechosos no se hacen esperar: un hijo repudiado desde el nacimiento, el jardinero a quien la víctima ha dejado toda su fortuna, la familia de un pintor que busca venganza por la muerte de su hijo... Si algunas de las novelas anteriores de Vargas tenían un ligero toque surrealista, «Un lugar incierto» rebosa el vaso de la irracionalidad; la novela nos muestra a Adamsberg y su camarilla luchando contra un hombre que se considera a sí mismo digno sucesor de Drácula. ¡Ahí es nada!

EL EJÉRCITO FURIOSO (L'Armée furieuse, 2011)

Una mujer de edad, frágil y poseída por el pánico, viaja a París para ver al comisario Jean-Baptiste Adamsberg, el único policía en quien confía, con la intención de solicitar ayuda para la peculiar aflicción a la que se ve sometido su pueblo natal de Ordebec. Su hija ha tenido una visión: unos jinetes fantasmales atacan a las «manzanas podridas», de la sociedad, aquellos que son culpables de alguna fechoría. Uno de estos hombres ha desaparecido, y parece que tres más se encuentran en una situación similar, a menos que Adamsberg pueda hacer frente a  las fuerzas de la superstición que tienen sojuzgado al pueblo.

Adamsberg, acosado por sus propios problemas, se alegra de tener una excusa para escapar de París, aunque no mantenga ningún vínculo real con este caso. Entabla así amistad con una anciana del pueblo que conoce íntimamente al extraño grupo de personajes de Ordebec. Léo, la anciana, es Léone Marie de Valleray, condesa de Ordebec. Cuando Léone es encontrada tendida en las baldosas del comedor de su casa con la cabeza bañada en un charco de sangre, Adamsberg se decide a resolver el caso con la ayuda de su extraño elenco de ayudantes.

TIEMPOS DE HIELO (Temps glaciaires, 2015)

Alice Gauthier, una respetable profesora de matemáticas, aparece en su bañera con las venas abiertas, en lo que aparentemente pasa por ser un suicidio. Sin embargo, una semana antes, la Sra. Gauthier había tratado de enviar una carta a un cierto Amédée Masfauré, pero cuando tuvo el buzón frente a sí se le nubló la vista y cayó derrumbada en brazos de una mujer de rojo. Ésta, tras darle siete vueltas a lo que pensaba hacer, depositó la carta en el pequeño receptáculo amarillo. El comisionado Bourlin, del distrito 15 de París, menciona esta muerte a su colega el Comisario Adamsberg. De hecho, uno de los acólitos del comisario, el comandante Danglard, es requerido para que aporte algo de luz sobre una señal misteriosa que aparece grabada en el lateral blanco del tocador anejo a la bañera de la muerta. Se trata de dos líneas verticales, y entre éstas, dos transversales superpuestas, una línea cóncava y una barra central oblicua.

El comisionado Bourlin, acompañado de Adamsberg, visita a Amédée Masfauré, destinatario de la carta de Alice Gauthier. Éste vive en Haras de la Madeleine, en el municipio de Sombrevert, donde su padre, Henri Masfauré, acaba de suicidarse  muy pocos días antes de un tiro en la boca. Y, para no ser menos, el mismo signo que el encontrado en el baño de la Sra. Gauthier aparece mellado en el cuero de la carpeta de la oficina del muerto. Posteriores investigaciones llevan al descubrimiento que Amédée Masfauré se reunió con la Sra. Gauthier, en casa de ésta, el día anterior a su muerte. Allí fue puesto al corriente de las circunstancias que concurrieron en el fallecimiento de su madre, una década antes. Alice Gauthier formaba parte de una expedición a Islandia, que involucró a Marie-Adelaide, madre de Amédée, a su padre, Henry, y al secretario de éste, Víctor, cuyo apellido es, sospechosamente, Masfauré...
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