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lunes, 27 de febrero de 2017

TRAS LOS PASOS DE RIPLEY. (Patricia Highsmith)

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TRAS LOS PASOS DE RIPLEY (The Boy Who Followed Ripley)
Patricia HIghsmith
TRADUCCIÓN: Jordi Beltrán
EDITORIAL ANAGRAMA, S. A.
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En esta cuarta entrega de la «Ripliada», publicada en español en 1980 bajo el título de «Tras los pasos de Ripley», Tom Ripley sigue disfrutando de una vida cómoda en el pueblo de Villeperce, a las afueras de París, en la satisfacción financiera que le produce la asignación a su esposa Heloise por parte de sus padres y sus propios negocios turbios en el mundo del arte. Un extraño adolescente de 16 años, que responde al nombre de Billy Rollins, se cruza en su camino y Ripley pronto llega al convencimiento de que es hijo del magnate americano de la alimentación John Pierson, fallecido recientemente, y a quien la familia reclama angustiada después de tres semanas sin noticias suyas. «¿Y si el chico que había conocido la otra noche era Frank Pierson? Dieciséis años. Desde luego, esa edad era más probable que los diecinueve años que el muchacho confesaba. Maine y no Nueva York. Al morir el viejo Pierson, ¿no había salido una foto de toda la familia en el International Herald Tribune? Una foto del padre sí había salido, y de pronto Tom se dio cuenta de que no acertaba a recordar su rostro... Pero al chico de hacía tres días le recordaba mejor de lo que solía recordar a la gente. Tenía el rostro más bien melancólico y serio, y no sonreía con facilidad. Boca firme y cejas oscuras. Y el lunar de la mejilla derecha, no lo bastante grande como para salir en una foto normal, quizás, era una señal.»

No hace falta decir que la muerte del millonario John Pierson está rodeada de incógnitas. Pierson llevaba una década confinado a su silla de ruedas a raíz de un fallido intento de asesinato relacionado con sus negocios alimentarios. Su muerte se produjo cuando la silla cayó por un precipicio en Maine, en su finca de Kennebunkport, debido a un accidente o a un suicidio o quien sabe a qué...

Frank pronto confiesa a Riley que fue él quien mató a su padre, aunque el resto de su familia no sospecha nada. «Yo maté a mi padre –susurró Frank-, sí, le empujé en aquel... Sí. Recuerdo..., me dio la sensación de que no podía seguir mirando sus hombros y su cogote un segundo más. Pensé..., no sé qué pensé, pero me lancé hacia delante y de un puntapié quité el freno, apreté el botón de avanzar y, por si fuera poco, di un empujón a la silla que se precipitó al vacío. No quise verlo. Sólo oí el ruido.» Ripley trata de convencer a Frank que su acción no tiene por qué arruinar el resto de su vida, apoyando este argumento en sus experiencias pasadas. Sólo un hombre como Ripley, acostumbrado a nadar en «aguas revueltas», podría ayudar a Frank en su lucha desesperada contra el sentimiento de culpa que le corroe. Por primera vez, Tom Ripley revela al lector su cara oculta: la de un hombre generoso, dispuesto a todo para ayudar a un ser en apuros.

De acuerdo con Andrew Wilson, en su biografía del año 2003 «A life of Patricia Highsmith», ésta viajó a Berlín expresamente con el fin de investigar los escenarios donde se desarrollaría la cuarta salida de Ripley. Después de varios viajes a Berlín Highsmith quedó fascinada por la ciudad, una fascinación que es casi tangible en «Tras los pasos de Ripley».

Sin embargo, ¿qué es lo que en realidad ocurre en Berlín a donde Tom viaja con Frank en un intento de evitar la presencia del  hermano mayor y un detective privado, enviados por la madre del propio Frank con el objeto de acelerar la búsqueda de éste? El viaje se realiza en la década de los 80 cuando Berlín se encontraba dividido por el Muro. Durante una visita al bosque de Grunewal Frank es secuestrado y su madre recibe una petición de rescate. Ripley decide entonces representar un papel personal en la liberación del joven.

Lo primero que se echa en falta en «Tras los pasos de Ripley» es el sentido del peligro existencial que acompañó al protagonista en las tres entregas anteriores. En «El talento de Mr. Ripley», «La máscara de Ripley» y «El amigo americano», Tom Ripley tiene que luchar por su propia supervivencia –su libertad y su cómoda forma de  vida-, mientras que en «Tras los pasos de Ripley» su preocupación se centra en el bienestar de Frank. El muchacho sigue a Ripley a Francia después de haber oído hablar de él en relación a una pintura Derwatt, -en realidad una falsificación de Bernard Tufts-, que poseía su padre en vida. Allí el adolescente decide no separarse de él.

La cuestión de la sexualidad de Tom es un zumbido constante en el trasfondo de la «Ripliada». La extraña fascinación entre personas del mismo sexo es un tema recurrente en la escritura de Highsmith. Lo que hizo tan convincente este hecho en casos anteriores fue la manipulación malintencionada –y en último extremo asesina- de uno de los protagonistas, ya se tratase de Bruno, en el debut de Highsmith en «Extraños en un tren» o del propio Ripley en su relación con Dickie Greenleaf en «El talento de Mr. Ripley». Aquí, sin embargo, en el trasfondo de esta relación en apariencia homosexual, Frank es completamente inocente.

Quizás la complicada biografía de Highsmith fue un perfecto caldo de cultivo para la génesis de la personalidad de Ripley. Su padre, el padre de Highsmith nunca figuró en su vida; sí su madre, aunque en exceso. Esta relación la marcó para siempre, convirtiéndola en una persona de difícil trato. Fue una mujer infeliz, solitaria, alcohólica y su lesbianismo nunca floreció en un amor constante. En muchos sentidos Ripley no es diferente a ella. A lo largo de su vida Highsmith vivió con la sensación de que merecía pertenecer a una clase social más alta. Durante su adolescencia tomó conciencia de su atracción por las mujeres. Ripley le proporcionó una ventana a través de la cual canalizar toda su rabia contenida. En su escritura ella tomó venganza por los daños sufridos durante toda su vida a manos de los demás. No sólo de su madre sino también de sus amantes. Las brutalidades de la vida no solo la condujeron al alcohol sino que la llevaron a una exfoliación malsana a la hora de escribir. Y Ripley fue el personaje sobre el que más escribió...
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