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sábado, 27 de mayo de 2017

LOS MARES DEL SUR. (Manuel Vázquez Montalbán)

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LOS MARES DEL SUR
Manuel Vázquez Montalbán
EDITORIAL PLANETA, S. A.
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En esta ocasión, Pepe Carvalho no llega sólo, lo hace de la mano del galardón del Premio Planeta que le fue concedido en 1979 con sus envidiables ocho millones de pesetas y una tirada de 153.000 ejemplares. Es ésta quizás la novela más leída y traducida de la saga y con ella Montalbán se apañó premios, fama y muchos lectores. Aunque el escritor impuso su estilo en terrenos tan dispares como el ensayo, el teatro, la narración y la poesía, no se puede negar que se siente en su salsa en escritos de narrativa de estructura popular, cual esta serie de Carvalho.

Entre los elementos que apoyan este viaje literario por «Los mares del sur» destaca la existencia de una trama incubada en un asesinato, la presencia de un protagonista ya asiduo y las descripciones minuciosas de los escenarios. Aquí la exposición  de indicios, la crítica de gestos externos y el análisis irónico de la sociedad armonizan muy bien con la estructura general del producto. Sin embargo no nos encontramos ante una obra policíaca al uso, no nos llevemos a error. Es ésta una novela que rompe con la estructura del género. Las disposiciones de la narrativa policial son aquí quebradas conscientemente y con determinación. Sólo se conserva una vaga estructura formal que se confunde con una sucesión de entrevistas que el detective lleva a cabo con diferentes personajes pertenecientes a capas sociales diversas: desde un noble incrédulo, a un policía facha, un traficante, un taxista, una viuda de buen ver, algún que otro obrero y hasta una  militante de izquierdas. 

En la Barcelona de 1979, en vísperas de las elecciones municipales, Pepe Carvalho tiene que investigar las andanzas en su último año de vida de un significado hombre de negocios. El cadáver del constructor Stuart Pedrell, cincuentón en crisis, aparece en la Trinidad, con la cabeza recostada sobre cascotes de ladrillo, los ojos abiertos y las manos como caracoles de mármol enfrentados al cielo. Pedrell se había despedido de su familia hacía un año con el pretexto de un viaje a la Polinesia. Cuando Carvalho comienza a conocer la peculiar  personalidad de la víctima –sus aficiones intelectuales y su obsesión por seguir los pasos de Gauguin y emigrar a los mares del sur- va desenredando un complicado embrollo que tiene como fondo un sentimiento profundo de frustración general. «Todos supusimos que había marchado hacia Bali o Tahití o las Hawai, qué sé yo, y desde luego supusimos que sería una crisis pasajera. Pasaron los meses, hubo que hacer frente a una situación que parecía irremediable, hasta el punto que la señora Pedrell es hoy la que lleva los negocios y, finalmente, en enero esta noticia: el cuerpo de Stuart Pedrell aparece en un descampado de la Trinidad, apuñalado, y hoy sabemos con certeza que nunca llegó a la Polinesia.»

En la «serie Carvalho» Barcelona debe ser entendida como un personaje más. Y es que más allá de un mero decorado pasivo el espacio urbano barcelonés se manifiesta en el continuo hormigueo de Carvalho por sus barrios, sus calles, sus plazas, sus restaurantes y sus edificios singulares y representativos. En este recorrido con vocación de retrato Montalbán plasma la realidad física y social de la ciudad en la que vive y trabaja, ciudad con la que llega a mantener una relación de amor-odio. Ya lo comenta muy bien Paco Camarasa, el librero barcelonés, en el prólogo de «Huidas», uno de los tomos recopilatorios de la editorial Planeta: «De nuevo Barcelona y sus distintas Barcelonas. Una ciudad real y evocada que no produce en Vázquez Montalbán una novela localista ni costumbrista. Hoy esa Barcelona no existe físicamente pero la podemos vivir, oler, caminar, oír, beber y tararear a través de las páginas de Tatuaje, Los mares del sur o El balneario.»

«Los mares del sur» es un decurso de entrevistas yuxtapuestas sin que ello debilite una narración hábil, repleta de oficio, que por su tratamiento moderno se aleja del realismo al uso y,  por momentos, alcanza lo poético. Abunda aquí la parodia, la crítica, la sátira, el discurso y la descripción. Es innegable que en la novela se advierten elementos propios del género negro: la explotación estructural, un muerto como explicación de las injusticias existenciales, un investigador privado, las luchas de clase... pero todo ello se desarrolla al amparo  de la transición política y la aparición de la nueva democracia burguesa. Ésta, no podía ser de otra forma, sigue cometiendo las mismas tropelías que se adivinaban durante el período dictatorial. La incorporación de un marco histórico concreto, la España posfranquista, no es algo casual en Montalbán. Responde a una cuestión real. Es un guiño a la izquierda desmemoriada que ha terminado por abandonar su lucha anterior y ha hecho del olvido del franquismo y la guerra civil sus señas de identidad.

La saga negra de Montalbán es una manifiesta demostración de su particular visión del mundo, una visión fatalista y burlesca que  ha sido recogida con posterioridad por la nueva narrativa negra mediterránea. Muchos de los cánones con los que Vázquez Montalbán moldeó su novela negra están hoy presentes en la obra de Márkaris y Camilleri. El propio autor llegó a manifestar que las novelas de Carvalho son “novelas realistas, crónicas de lo que va a ser la vida española de transición desde la decadencia del franquismo”. La novela de Montalbán es pues una novela de «crónica», donde se incluye un discurso contracultural y escéptico opuesto al mensaje oficialista: el discurso del desencanto. En él la opresión y la explotación estructural se enmarcan dentro de un contexto histórico en el cual se describen detalladamente los ambientes. En «Los mares del sur» esta injusticia estructural se simboliza en la especulación inmobiliaria llevada a cabo durante el franquismo por medio de la construcción del barrio de San Magín, un barrio ficticio construido en las proximidades de Hospitalet, sin ninguna capacidad de aportar bienestar y que además se llevó a cabo para alojar a inmigrantes pobres. San Magín no representa el sur utópico sino el sur creado por la modernidad, el sur pobre y olvidado, el sur de la clase proletaria, el sur generado por el milagro económico franquista. Allí en el sur barcelonés, en el barrio de San Magín, Carbalho descubre que el millonario Pedrell ha encontrado su Tahití particular, viviendo sus últimos días bajo el nombre de Antonio Porqueres. Después de enredarse con una trabajadora comunista es herido de muerte por el hermano de ésta y abandonado en un solar de la Trinidad. Efectivamente, como señala Carvalho, Stuart Pedrell viajará a los mares del sur... pero en metro.    
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sábado, 20 de mayo de 2017

COVERS OF PULP NOVELS: JIM THOMPSON

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   Nombre              Jim Thompson
   Nacimiento          27 de septiembre de 1906, Anadarko, Oklahoma,                            Estados Unidos      
   Fallecimiento       7 de abril de 1977, Hollywood, Los Ángeles,                              California, Estados Unidos                           Cónyuge             Alberta Hess (1931 - 1977)
   Estudios            Universidad de Nebraska - Lincoln
                       Universidad de Temple
   Ocupación           Novelista y guionista
   Películas           El demonio bajo la piel, Atraco perfecto
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  • Aquí y ahora (Now and on Earth, 1942),
  • El trueno (Heed the Thunder, también conocida como Sins of the Fathers, 1946), 
  • Sólo un asesinato (Nothing More Than Murder, 1949)
  • El asesino dentro de mí (The Killer Inside Me, 1952)
  • Tierra sucia o Una cabaña en el sur (Cropper's Cabin, 1952)
  • Libertad condicional (Recoil, 1953)
  • Los alcohólicos (The Alcoholics, 1953)
  • Noche salvaje (Savage Night, 1953)
  • El criminal (The Criminal, 1953), Júcar Etiqueta Negra.
  • The Golden Gizmo (The Golden Gizmo, también conocida como The Golden Sinner, 1954)
  • Una chica de buen ver (A Swell-Looking Babe, 1954)
  • Una mujer endemoniada (A Hell of a Woman, 1954)
  • Asesino burlón (The Nothing Man, 1954)
  • Un cuchillo en la mirada (After Dark, My Sweet, 1955)
  • El exterminio (The Kill-Off, 1957), RBA Serie Negra.
  • Ciudad violenta (Wild Town, 1957)
  • La huida (The Getaway, 1958),
  • Los transgresores (The Transgressors, 1961)
  • Los timadores (The Grifters, 1963)
  • 1.280 almas(Pop. 1280, 1964)
  • Texas (Texas By the Tail, 1965)
  • Al sur del paraíso (South of Heaven, 1967).
  • Nothing But a Man (Nothing But a Man, 1970), No traducida en español.
  • Hijo de la ira (Child of Rage, también conocida como White Mother, Black Son, 1972)
  • La sangre de los King (King Blood, 1973)
  • Fireworks: Los últimos escritos de Jim Thompson (Fireworks: The Lost Writings of Jim Thompson, 1988), No traducida en español.
  • El embrollo (The Rip-Off, 1989)

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APRENDIZ DE DETECTIVE / UN ROBO MUY COSTOSO. (W. Irish)

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APRENDIZ DE DETECTIVE / UN ROBO MUY COSTOSO
William Irish
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El oscuro mundo de Cornell Woolrich

Cornell Woolrich nació en el seno de una familia pudiente, hijo único de un padre que ejerció de ingeniero civil y una madre  pianista, culta y sobreprotectora. La familia vivió en México, Cuba y las Bahamas antes de establecerse definitivamente en Estados Unidos. El divorcio de sus padres, cuando Cornell contaba quince años de edad, lo llevó a New Jersey junto a su madre. Estudió en el De Witt Clinton High y se doctoró en periodismo por la Universidad de Columbia en New York en 1925. Fue entonces cuando una enfermedad en el pie lo obligó a guardar reposo. Woolrich aprovechó el momento para comenzar a escribir. Llegó a ganar un premio otorgado por la revista College Humour, premio que le permitió viajar por Europa y pasar una larga temporada en París. Sus primeras novelas, “Cover Charge” (1926), “Children of the Ritz” (1927) y “Times Square” (1929) están marcadas por el influjo de F. Scott Fitzgerald. Woolrich fue convocado a Hollywood para ocuparse de adaptaciones y guiones cinematográficos. Allí conoció a Gloria Blackton, hija del productor de cine mudo James Stuart Blackton, con quien contrajo matrimonio. Éste duró apenas unas semanas, el tiempo suficiente para que Gloria tomara conciencia de la desviación sexual de su marido tras hojear un diario en el que se relataban las aventuras y desventuras de Woolrich en el terreno de la homosexualidad. El matrimonio se divorció en 1933.

La Gran Depresión afectó a la venta de las publicaciones de Woolrich y éste tuvo que dedicarse a escribir novelas baratas por encargo. Entre 1934 y 1946 publicó más de 350 relatos en diferentes revistas: Black Mask, Ellery Queen Mistery Magazine, Dime Detective, Fiction Weekly y Argosy. También escribió novelas como “The Bride Wore Black” (1940), “Deadline at Dawn (1940)” y “Rendez vous in Black (1948)”. Entre aquellos cuentos cortos se encuentraban los dos que conforman el volumen que hoy traemos a colación: «Aprendiz de detective» y «Un robo muy costoso». En el primero un niño de doce años relata en primera persona la experiencia vivida al emprender la búsqueda de una amiga que ha sido raptada. La intriga, la emoción y el suspense  atrapan al lector desde la primera página. En la segunda de estas historias se describe la planificación y ejecución del robo de las joyas de la Garrity, una solterona anciana y mezquina, poseedora de un auténtico tesoro en alhajas. Un robo -el de estas sortijas- que traerá consecuencias inesperadas para sus protagonistas.

Tras el fallecimiento de su madre Woolrich se recluyó en una habitación de hotel durante once años y se dio a la bebida, terminando sus días enfermo de ictericia, alcohólico y tullido (se le amputó una pierna gangrenada y tuvo que vivir el resto de sus días atado a una silla de ruedas). A su muerte legó a la Universidad de Columbia 850.000 dólares en memoria de su madre para sufragio de becas a jóvenes escritores.

William Irish fue un gran estilista, poseedor de una inspiración romántica capaz de ennoblecer a las víctimas de la injusticia y los despropósitos. Fue muy hábil en el arte de producir sensaciones de infortunio y angustia administrando además el suspense de manera asombrosa. Éste fragmento de «Aprendiz de detective» es un claro ejemplo de ello: «El piso crujió un poco cuando el hombre empezó a caminar...; luego sentí crujir la escalera, lo que me dio a entender que empezaba a subir. Parecía un gato, tan sigilosos eran sus movimientos. Pero podíamos sentir claramente su respiración. Supongo que no nos había visto todavía, ya que venía de la claridad de la luna. Paso a paso se iba aproximando a nosotros, y ahora sólo veíamos ya su cuerpo negro. Jeanie quiso volver la cabeza para mirar, pero yo se lo impedí.» O este otro de «Un robo muy costoso»: La escena que siguió hubiera sido más propia de un manicomio. Chick colocó la linterna de modo que iluminara el ataúd, cogió la cabeza del ángel y golpeó con ella la tapa del féretro hasta que en la madera se abrió un boquete que Chick agrandó con sus manos hasta hacerse sangre. Ante sus ojos quedó descubierto el rostro delgado, pero maquillado y plácido, de Alfreda Garrity, que mostraba los dientes en una sonrisa vagamente sardónica.» Los relatos de Woolrich –nadie lo ha conseguido como él- hacen gala de una gran tensión narrativa y destacan por la caracterización de sus personajes.

Pocos escritores han llevado a éstos infelices a situaciones de tan extrema angustia como Cornell Woolrich. Por sus novelas deambula gente común atrapada por las circunstancias, a menudo perseguida por crímenes que no han soñado siquiera cometer. En “The Black Curtain” (1941) un hombre se recupera de un ataque de amnesia de tres años para encontrarse perseguido por figuras en la sombra provenientes de un pasado que no puede recordar. En “Phantom Lady” (1942) un hombre inocente es acusado de asesinato y condenado a muerte sólo para encontrar que la mujer que puede demostrar su inocencia ha desaparecido sin dejar rastro. Ya sea que su escritura adquiere ese trágico sesgo debido a una relación anormalmente estrecha con su madre (a excepción del  corto período de tiempo que residió en Hollywod, Woolrich vivió con su madre toda su vida adulta en el sórdido cuarto de un hotel de Harlem) o a alguna otra razón oscura y misteriosa, que no es fácil adivinar, lo cierto es que sus personajes se acercan más y más a la tragedia a medida que el relato avanza. Los críticos han llegado a considerar a Woolrich como el cuarto escritor más valorado de todos los tiempos detrás de Chandler, Hammett y Stanley Gardner. A diferencia de éstos Woolrich no comenzó escribiendo para las revistas pulp de la época, ya era un novelista de éxito cuando éstas vieron la luz.

En Francia, donde Woolrich es considerado un maestro en su arte, se le atribuye la creación de la novela negra, un estilo de escritura sobre el que se cimentó el cine de Hollywood de los años 40 y 50. Más de 30 películas han sido fundamentadas en las obras de Woolrich, incluyendo clásicos como  “The Leopard Man” (1943), “Phantom Lady” (1946), “The Window” (1949) y, quizás, la más famosa película basada en una de sus historias, “Rear Window” de Alfred Hitchcock (1954). Aunque su obra no es tan conocida como la de otros estilistas del noir –llámense éstos Chandler o Cain- lo cierto es que las novelas de Woolrich, muchas de ellas escritas bajo los seudónimos de William Irish y George Hopley, son consideradas hoy en día obras maestras casi olvidadas del género. Con títulos tan sugerentes como “El ángel negro”, “La noche tiene mil ojos” y “Vals en la oscuridad”, los cuentos de Woolrich llegaron a ser acusados de poseer una corriente subterránea de miedo, culpa, desesperación y la sensación de que el mundo está controlado por fuerzas malignas.

Hoy, casi cinco décadas después de su muerte, el arte de la oscuridad de Woolrich se ha hecho acreedor de una apreciación renovada. La mayoría de sus novelas de los años cuarenta han sido reimpresas. 
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sábado, 13 de mayo de 2017

EL CUCHILLO. (Patricia Highsmith)

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EL CUCHILLO (The Blunderer)
Patricia Highsmith
TRADUCCIÓN: Manuel G. Palacio
COMPACTOS ANAGRAMA
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«El cuchillo» cuestiona a tres personajes diferentes bajo el prisma de los dos temas favoritos de Highsmith, la culpa y la justicia. El primero, Melchior Kimmel, es el propietario de una librería. La pornografía es su principal fuente de ingresos. Entre los coleccionistas serios de esa clase de libros es conocido como una persona en quien se puede confiar a la hora de conseguir cualquier volumen. Pero Kimmel también es un asesino que ha tenido la suerte de salirse con la suya tras haberse deshecho de su esposa, hecho éste por el que no siente ningún remordimiento. El segundo personaje en cuestión es un abogado, Walter Stackhouse, cuya esposa Clara se las ha arreglado para separarle de casi todos sus amigos debido a una desaprobación enfermiza de las acciones de su marido y a su imaginación neurótica, antecedentes que la han llevado a amar más a su perro Jeff que al propio Walter. Walter, por su parte, piensa deshacerse de Clara y el conocimiento de la muerte de la señora Kimmel a través de un artículo periodístico, así como el procedimiento en que ésta se llevó a cabo, le obsesionan sobremanera. Stackhouse está cada vez más convencido de la culpabilidad de Kimmel y se siente fascinado por él hasta el punto de visitar su librería. ¿Qué le seduce en la violenta muerte de una respetable mujer de la clase media? ¿Tal vez la posibilidad de que su marido sea un asesino? ¿O quizás la fascinación de poder hacer él lo mismo?

Cuando Clara aparece muerta -es encontrada al borde de un acantilado con evidentes síntomas de haberse suicidado- en circunstancias similares a las que concurren en el trance de la esposa de Kimmmel, Highsmitm introduce un tercer elemento en este extraño triángulo: el desagradable, extralimitado y agresivo detective de policía Lawrence Corby, de la Brigada de Homicidios de Filadelfia. Mientras Kimmel se siente seguro de sí mismo, Walter Stachhouse no es tan afortunado. Él es torpe y sus errores estúpidos lo ponen en una situación complicada ante la ley. Toma terribles y equivocadas decisiones con la intención de evitar a Corby viéndose obligado a reexplicar los hechos a sus amigos. Amigos, todo sea dicho, que han comenzado a perder la confianza que le profesaban. Corby, ante la similitud de ambas muertes, sospecha que Stackhouse y Kimmel están en connivencia. Es éste, Corby, un personaje tan desagradable que el lector se ve poco menos que obligado a sentir simpatía hacia Stackhouse. Patricia Highsmith es maestra en el arte de crear esta tensión moralmente ambigua.

Un asesino se siente acosado por otro hombre que aspira a convertirse asimismo en asesino. Tales diadas impares son el tema favorito -de hecho obsesivo- en la narrativa de Patricia Highsmith, puesto de manifiesto en «Extraños en un tren» y «El talento de Mr. Ripley». «El cuchillo» comienza con una nota de violencia brutal antes de pasar rápidamente a un entorno paralelo donde la violencia es mental, pero no por ello menos brutal. El libro es una cocción a fuego lento de la fascinación enfermiza que Walter Stackhouse siente por un desconocido que sospecha asesino de su esposa. Las consecuencias terribles generadas por esta curiosa afinidad se desgranan con precisión de detalles a lo largo de la novela y el humor cruel de Highsmith hace que culminen en un clima monstruoso y aparentemente inevitable.

«El cuchillo» es una obra extremadamente tensa. Situada entre dos de las creaciones más seminales de Highsmith, «El precio de la sal» y «El talento de Mr. Ripley», muestra claramente pinceladas de como la autora se las arregla para mezclar temas de éxito de sus libros anteriores y alcanzar así nuevas caracterizaciones de una complejidad notable para sus obras futuras. Estas historias de transición proporcionan una idea de lo que ocupa y preocupa a la autora en un momento determinado de su carrera. Aunque las dos novelas entre las que se posiciona puedan parecer dispares -«El precio de la sal» es esencialmente una obra de amor y «El talento de Mr. Ripley» presenta en sociedad a un psicópata encantador- la paleta de colores que ambas dibujan se confunde en «El cuchillo».

Walter Stackhouse lleva una vida aparentemente fascinante. Su título de abogado le ha posibilitado ocupar una posición destacada en la clase social superior. Su esposa es una agente de bienes raíces de éxito. Melchior Kimmel, por el contrario, es un inmigrante humilde que no padece miedo alguno a la hora de enfrentarse a su gruñona esposa Helen. Tal es así que en el momento de acabar con ella se siente imbuido de una especie de alegría oscura y un desbordante sentimiento de justicia, de agravios vengados, de años de insultos e injurias, de tedio y estupidez que por fin se ven satisfechos: «Con la derecha le dio un puñetazo en la cabeza lo bastante fuerte como para romperle el cuello... La mano izquierda de Kimmel encontró la garganta y apretó con fuerza para ahogar el incipiente gemido de su mujer... Después descargó el puño con la misma fuerza y regularidad de una maza contra la frente, la oreja, y finalmente le propinó un gancho en la barbilla como si estuviera pegándole a un hombre. Entonces sacó del bolsillo un cuchillo, lo abrió y hundió la hoja tres, cuatro, cinco veces en la carne.» Este arrebato sorprendente de violencia es clásico en la literatura de Highsmith. Kimmel y Stackhouse se encuentran, evidentemente, en puntos opuestos del espectro.

Sólo que la vida encantadora de Walter Stackhouse no lo es tanto después de todo. Al igual que Kimmel, Stackhouse se siente atrapado en un matrimonio sin sexo y dominado por una mujer grosera. Pero entonces conoce a una joven que llena su mente de nuevas posibilidades, de planes renovados, y todo ello pone en funcionamiento un mecanismo que lo lleva a un enfrentamiento directo con Kimmel y Corby. El espectro de la ley, en la figura de un abogado de alto precio o de un gendarme tenaz, ha sido el punto de apoyo en las tres novelas capitales de Highsmith. En «El precio de la sal» la ley castiga a Clara Aird por su obsesión con otra mujer. El deseo culpable de Walter Stackhouse y la obsesión de Melchior Kimmel por su propia inteligencia conducen a ambos a caer en los brazos de la justicia criminal. Los tres personajes son precursores de Tom Ripley, un ser obsesivo, a veces atormentado por la culpa, que sin embargo sabe de forma instintiva encontrar su propio camino. La obsesión y la culpa son, por naturaleza, incompatibles con la libre determinación. Como Kimmel tan elocuentemente lo expresa en el párrafo final de la novela: «...sabía que no se movería, y no porque tuviera miedo del arma o de la muerte, sino por algo más profundo que recordaba desde su infancia. Era el terror a un poder abstracto, al poder de un grupo coordinado, al terror a la autoridad.» Hay una clara progresión pues entre la impotencia de Clara Aird, la desesperanza de Walter Stackhouse, la soberbia de Melchior Kimmel y el dominio de sí mismo de Tom Ripley.
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jueves, 4 de mayo de 2017

LOS «EDGAR ALLAN POE AWARDS» 2017

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Drama en la Gala de los Edgar 2017

El premio Edgar, el más grande galardón literario en el mundo del misterio, ha llegado a ser comparado con los Oscar y al igual que ocurre con éstos los escritores de misterio de América celebran anualmente su fiesta de entrega. Este año correspondió la 71 edición y la celebración se llevó a cabo el 27 de abril en el Hotel Gran Hyatt de Nueva York. La velada no careció de drama y suspense. Y es que, en lugar de un ganador equivocado, en esta ocasión un problema de salud interrumpió las actuaciones de la noche. El presidente de la MWA (Mistery Writers of America), Jeffery Deaver, se desmayó de repente cuando se presentaba la categoría del «Best Juvenile». La rápida llegada de un equipo de servicios médicos reanimó a Deaver, que fue capaz de salir del salón por su propio pie, siendo tranquilizada la concurrencia con un informe posterior del hospital. En él se indicaba que los resultados de las pruebas médicas habían sido normales. El vicepresidente ejecutivo Donna Andrews presidió con tranquilidad el resto del programa.

La novela de Noah Hawley, «Before the Fall», un thriller trepidante que plantea interrogantes sobre el destino, la naturaleza humana y los vínculos inextricables que unen a los seres humanos, se impuso en la categoría de «Best Novel», el mayor premio de la noche. Once personas despegan en un avión privado de Martha´s Vineyard, una pequeña isla de la costa este de Estados Unidos, con destino a Nueva York. Dieciséis minutos después ocurre lo impensable: los pasajeros desaparecen en el océano. Sólo sobreviven un pintor y un niño de cuatro años, único hijo de un magnate de los medios de comunicación, inmensamente rico y poderoso. La novela no se interesa tanto por el accidente como por las once personas que viajaban en el avión. Y ahí es donde radica su interés. Con capítulos alternados entre las secuelas del accidente y las historias de los pasajeros y miembros de la tripulación, el misterio que rodea a la tragedia aumenta. Hawley, creador de FX Fargo, no pudo recibir la estatuilla del Edgar Allan Poe en persona pero sus declaraciones fueron leídas en su ausencia. En ellas hizo hincapié en el aumento de la sofisticación del género.

En la competitiva categoría de «Best First Novel by American Author» fue Flynn Berry quien se impuso con su novela «Under the Harrow». Es éste un thriller psicológico que recrea el amor feroz entre dos hermanas, las distorsiones de la pena y el poder aterrador del pasado.

Adrian McKinty, escritor irlandés nacido en Belfast, se impuso como «Best Paperback Original» con su trabajo «Rain Dogs», quinta novela de la serie del detective Sean Duffy.  

Max Allen Collins y Ellen Hart obtuvieron el reconocimiento de «Gran Masters». Collins es autor de la novela gráfica «Road to Perdition», que sirvió de base para el guion de la aclamada película de Sam Mendes. Por su parte, Hart es el galardonado autor de la serie de misterio de James Lawless y Sophie Greenaway.

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  • BEST NOVEL
    • Before the Fall de Noah Hawley (Hachette Book Group – Grand Central Publishing)
  • BEST FIRST NOVEL BY AN AMERICAN AUTHOR
    • Under the Harrow de Flynn Berry (Penguin Random House – Penguin Books)
  • BEST PAPERBACK ORIGINAL
    • Rain Dogs de Adrian McKinty (Prometheus Books – Seventh Street Books)
  • BEST FACT CRIME
    • The Wicked Boy: The Mystery of a Victorian Child Murderer de Kate Summerscale (Penguin Random House – Penguin Press)
  • BEST CRITICAL/BIOGRAPHICAL
    • Shirley Jackson: A Rather Haunted Life de Ruth Franklin (W.W. Norton – Liveright)
  • BEST SHORT STORY
    • “Autumn at the Automat” – In Sunlight or in Shadow de Lawrence Block (Pegasus Books)
  • BEST JUVENILE
    • OCDaniel de Wesley King (Simon & Schuster – Paula Wiseman Books)
  • BEST YOUNG ADULT
    • Girl in the Blue Coat de Monica Hesse (Hachette Book Group – Little, Brown BFYR)
  • BEST TELEVISION EPISODE TELEPLAY
    • “A Blade of Grass” – Penny Dreadful, Teleplay de John Logan (Showtime)
  • ROBERT L. FISH MEMORIAL AWARD 
    • “The Truth of the Moment” – Ellery Queen Mystery Magazine  de E. Gabriel Flores (Dell Magazines)
  • GRAND MASTER
    •  Max Allan Collins
    •  Ellen Hart
  • RAVEN AWARD
    • Dru Ann Love
  • ELLERY QUEEN AWARD
    • Neil Nyren
  • THE SIMON & SCHUSTER – MARY HIGGINS CLARK AWARD
    • The Shattered Tree de Charles Todd (HarperCollins Publishers – William Morrow)
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EL «GRAND MASTER»  MAX ALLAN COLLINS 
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lunes, 1 de mayo de 2017

LA ESTRATEGIA DEL PEQUINÉS. (Alexis Ravelo)

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LA ESTRATEGIA DEL PEQUINÉS
Alexis Ravelo
Editorial Alrevés S. L.
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«La estrategia del pequinés» no es la primera novela de Alexis Ravelo, pero sí es una obra singular en su carrera. Primero, porque rezuma calidad por los cuatro costados y, segundo, porque así se lo han reconocido las críticas que ha recibido y que han culminado en la concesión de galardones de la talla del Premio Dashiell Hammett, el Premio Novelpol o el Premio Tormo, distinciones todas ellas que no están al alcance de cualquiera.

«La estrategia del pequinés» recorre Gran Canaria de norte a sur, desde su capital al poniente y del parador de Tejeda a la zona meridional de la isla. Las páginas del libro encierran todo  un tratado de odonimia local. Desde Juan Rejón al Auditorio, transitando por la avenida de las Canteras y sus calles aledañas (Sagasta, Padre Cueto, Secretario Artiles); desde Triana a la desembocadura del Guiniguada y el barrio de Vegueta, con referencias al Mercado Municipal, la calle de la Pelota y Mendizábal, (¡ay! de aquellas veladas nocturnas en época estudiantil compartidas en el Herreño y el Adargoma); desde Pedro Infinito en Ciudad Alta a Santa Luisa de Marillac en el barrio de las Rehoyas. Recuerda uno el nombre de Pedro Infinito como aquél astrólogo medio loco que aconsejó a Celia la creación de una especie de modelo casi utópico de auxilio social para los trabajadores decentes en la “Celia en los infiernos” de Pérez Galdós. Resulta gratificante evocar las referencias a la obra galdosiana en los nombres de algunas calles de Ciudad Alta, nombres que recogen gran cantidad de personajes y títulos de aquellas novelas decimonónicas. A lo mejor es sólo casualidad, o quién sabe si el hecho de nombrar a la calle principal de Schamann con el nombre de Pedro Infinito no tuviese una doble intención moralizante para sus habitantes. Pero esto, amigos míos, es irse por otros derroteros.

«La estrategia del pequinés» comienza con la presentación en sociedad de Júnior, un macarra encargado de la distribución de cocaína en Las Palmas por cuenta del Turco, «Miralles el Turco», un catalán o valenciano cualquiera sabe, que reside en Barcelona y que cuenta con gente en todos lados. Júnior regenta un establecimiento comercial –Mendoza e Hijo- en la calle Pedro Infinito, una arteria de la parte alta de la ciudad. Éste comercio tuvo su prestigio entre los habitantes de Ciudad Alta en tiempos pretéritos. Ahora la tienda es un vestigio del pasado y el negocio una ruina. Júnior (Don Fulgencio Hijo) tiene otros asuntos en los que pensar más allá de sus negocios comerciales. («... negocios que a Don Fulgencio Padre, quengloriaesté, lo volverían a llevar a la tumba si alguna vez le diera por levantar la cabeza»).

Algo sale mal en la recogida de una entrega, y ese «algo» tiene un nombre: el Rata, Marcos el Rata, un tipejo de la Isleta, trasnochador e informal. El tal Marcos se cogió una marcha de tres pares de narices con la pasta que Júnior le había adelantado, y el día de la entrega de una partida de coca no se presentó a su hora en su puesto de estibador en el Muelle. Como consecuencia de todo ello el contenedor de frigoríficos donde iban los dos kilos de polvo fue requisado por los de Aduanas, y el pastel quedó al descubierto. («-Júnior y su gente lo tenían que haber recogido ayer por la mañana, Pero, vete a saber por qué, no entraron en el contenedor cuando estaba previsto. Así que el contenedor  cayó en una inspección sorpresa que hicieron por la tarde.»)

Los errores se pagan y el Rata entrega su vida en el primer capítulo, apalizado y abandonado en una playa de la agreste costa del norte de la isla. Pero el Rata no es el único deudor en esta historia, Júnior también contrae una deuda. Una deuda de «tres bolsas de hielo». («Te digo lo que haremos: dentro de dos semanas, hacemos otro asaderito íntimo. Y tú te traes tres bolsas de hielo en lugar de dos. Es una de las soluciones que se me ocurren. ¿Te parece bien? -¿Y la otra? La otra es que yo mande a otra persona que se encargue del hielo y tú te quedas sin barbacoa.»)

Júnior ya la había jodido en otra ocasión y por entonces el Turco le cubrió. («-Contento me tiene, el jodido Júnior de los huevos. El año pasado ya perdimos otra entrega que iba para él.») Júnior se plantea de dónde sacar el dinero para saldar su negligencia y es entonces cuando decide pegarle el sablazo a Larry -el hombre del Turco en la isla-, un abogado fantasmón que siempre había tenido más suerte que cerebro, un niño de papá, alguien que recoge la pasta de la droga y la mete periódicamente en la lavandería. («La invierte en unas cuantas empresas que después, supongo, le ingresan el dinero limpio al Turco y a los suyos. Así que yo, cada par de meses, le pongo un pastón en las manos al abogado, Y sé que por lo menos dos o tres tipos más hacen lo mismo, siempre en las mismas fechas. Pero el tío no puede invertir todo el dinero de golpe, así que lo tiene que guardarlo debajo del colchón, mientras lo va poniendo a circular despacio. Por éso es por lo que los pagos son cada dos meses y no cada mes.»)

Para el atraco a Larry, Júnior elige al Rubio. El Rubio dejó de delinquir décadas atrás –lleva quince años trabajando como jefe de seguridad de un hotel de lujo-, pero la grave enfermedad de su mujer le hace replantearse las cosas. («-Estela –confirma el Rubio con laconismo-. Está jodida. Todavía se puede hacer algo, pero si sigue así, no va a haber solución. Quiero llevármela fuera, que la vean médicos de verdad.») El Rubio en persona es el encargado de seleccionar al grupo que le ayudará en el trabajo. Y es aquí donde entra en escena Tito el Palmera, un reenganchado de Regulares que se dedica al menudeo, un cincuentón en la miseria que aspira a regentar una cafetería con la que llevar una vida tranquila. Y también Cora, una prostituta de lujo, que siente en sus carnes como sus encantos se marchitan día a día, aunque aún mantiene sus posibles. («Observó sin reparos las piernas de Cora, le adivinó los senos niños y libres tras el algodón de la camiseta. Todavía tenía todos los revolcones del mundo. Y parecía continuar siendo una mujer con cabeza, que era lo más importante en aquél asunto.»)

Con estos ingredientes Ravelo la borda. La novela es realmente buena. Hay una primera parte en la que se narra el atraco y sus momentos posteriores, y una segunda en la que los protagonistas emprenden una huida sembrada de muertes. No debemos llevarnos a engaño. Ésta es una novela negra, y en toda novela negra nunca las cosas salen como se tiene previsto. Ya lo deja claro el propio escritor en una de sus lacónicas sentencias: «Todo había sido calculado, todo estaba previsto. Y, justamente, todo empezó a ir mal.»

«La estrategia del pequinés» es una historia de traiciones, de  amistad, de amor y segundas oportunidades, de policías corruptos, narcotraficantes sin escrúpulos y blanqueadores de dinero ineptos. «Es una novela de perdedores que son las que escribo yo», como asegura Ravelo. «Una historia sencilla, sobre gente sencilla que tiene que hacer golferío para salir adelante.» Una aventura que transita por los vertederos de la sociedad, allí donde la miseria es protagonista y adopta la forma de tipos sin escrúpulos que no tienen reparos en obtener beneficio de la desesperación de los demás. En definitiva, y en palabras del propio autor, «la novela rezuma compasión hacia los personajes, no hacia la sociedad. La sociedad es lo que es.» Confiemos pues en que ésto cambie algún día. Como sabemos, soñar es gratis, aunque tampoco se nos escapa que cumplir los sueños no lo es. 
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